Mi regalo de cumple

 


Desde hace meses, diría que desde que salimos del confinamiento total, parece ser que las ventas de bicicletas se han disparado en todas partes, no solo en la provincia de Barcelona. Este tipo de noticias te dibuja una sonrisa en la cara porque una bicicleta es un producto guay, que se vendan muchas bicis es algo buenísimo: deporte, salud, y sin duda abandera la marcha sobre movimiento sostenible. 

Todo genial hasta que llegó el año pasado mi cumpleaños, ¿y qué es lo que quería? Pues eso: una bicicleta. Como si de una parabólica del consciente colectivo fuera. Cuando fuimos a la tienda, oh sorpresa, no quedan (de las asequibles, evidentemente) y no sabían cuando volverían los stocks. 

Bueno, pues lo dejé estar, porque no iba a gastarme ese dineral en una bici. Quería una para pasear los domingos en familia básicamente, para cuando estuviéramos en el camping y para quitarme ese gusanillo porque mi experiencia con las bicicletas, por si no lo he dicho, que seguro que sí, fue desastrosa en mi infancia, como tantas otras. Yo tengo torpitis aguda así de forma generalizada y con las bicis no iba a ser diferente. Con 12 ó 13 años me caí y me caí tan fuerte, que les cogí miedo. No volví a subirme en una de ellas, así que nunca he tenido una bicicleta propia. Aprendí con una como la de la foto, que era de mis hermanos y recuerdo perfectamente cuando ellos me enseñaron a ir en bici. Que maravilla de sillin porfavor. 


 

Es verdad que, de julio del año pasado a éste, tampoco lo he vuelto a mirar en serio. (Tantas ganas no tendrías de bici señorita, pensareis) puede…pero debería haberlo hecho porque la locura de las bicicletas no ha terminado y me ha vuelto a pasar exactamente lo mismo. Se acerca mi cumpleaños, vuelvo a mirarme una bicicleta como regalo y vuelven a estar agotadas en todas partes. Si es que…. 

Pues hace un par de semanas pasemos por el Decathlon y aquello que, mirando, tenían unas en exposición: sencillitas y de mi talla. Había otras más chulis que por un poco más me hubieran hecho más gracia, pero eran demasiado grandes, así que ahora o nunca. 

Ya tengo mi bicicleta. Este fin de semana llegó mi regalo de cumpleaños. 

Y el domingo fue mi primera salida en bici, EN FAMILIA, por caminos de tierra. Y estoy feliz porque no me caído ni una sola vez, también estoy adolorida porque ese sillín tan duro es un horror. ¿Algún entendido me puede explicar porqué has de ir sentado encima de una piedra? Seguro que la explicación técnica existe, y será todo lo verdadera que quieras, pero a mí no me vais a convencer, ya os lo digo. ¡Que agujetas tengo!

Comentarios

Entradas populares