Finiquitada
Principalmente esa es una de las razones por las que este último medio año se
me ha pasado volando y estoy preparando navidades casi sin haberme dado cuenta,
es debido a la incertidumbre laboral vivida en estos últimos seis meses. Me ha
tenido el alma en vilo.
En verano se presentaron en el taller unos señores interesados en comprar
esta nave para su negocio. Así, de pronto, llegó la opción de vender y cerrar. Mis
jefes no se habían planteado el cierre y la jubilación en estos momentos, pero sí es cierto, que
era una oportunidad que si se daba, no podían rechazar.
Dios mío, mi cambio plutoniano había llegado.
Dios mío, mi cambio plutoniano había llegado.
Como tantas pequeñas empresas, son muchos años de crisis luchando por
el negocio. Se han vivido años duros, y aunque el ejercicio 2016 fue estupendo
y este medio medio salvable, la situación de mercado es complicada. Por otra parte,
aunque mis jefes pueden seguir más años al mando, ya tienen edad de
prejubilarse. De manera, que lo que pareció algo descabellado al principio, fue
tomando forma mes a mes.
Personalmente, me veía en la calle. Y tenía momentos de completa
tristeza pensando en mi futuro laboral. Son casi 20 años en el mismo puesto, en
la misma empresa, con gran experiencia en lo mío, pero sin reciclar, sin
ingles, sin más experiencia que esta....y tenía miedo. Por no hablar de los excelentes jefes que
tengo donde la conciliación laboral-familiar es envidiable. ¿Qué la niña esta
mala? No vengo, ¿Qué tengo reunión profesoras? No vengo, ¿Médicos? No
vengo…..eso no hay dinero que lo pague. Y yo donde vaya, egoístamente, quiero seguir llevando
a mis hijas al colegio, recogerlas al mediodía y comer con ellas. A eso no
quiero renunciar….así que más limitaciones. Mucho quejarme de la monotonía, de
lo duro son las horas muertas en muchas ocasiones cuando no hay faena….pero
benditas sean mis quejas. Valoro muchísimo mi trabajo. Pasaban los días y lo que hasta la fecha era “un día
más” empezó a ser “un día menos”….y eso cambia radicalmente las cosas.
Aun así, era una feliz-tristeza porque soy consciente era la perfecta manera
de cerrar una etapa, una empresa y una marca como merece. Feliz por ellos, feliz
por cerrar a lo grande, feliz porque se lo merecen.
Pero no ha sido posible. Todo parecía se iba a hacer la venta, pero
finalmente no han podido comprarla. Operación Denegada.
Respiré tranquila al saber la noticia, con un poco de penilla incluso por ver pasar un tren...que finalmente no fué el de ellos. No ha podido ser. Pero lo vivido en estos últimos
meses me hace darme cuenta de lo que tengo, de mi situación, y de que hay unas jubilaciones ahí, que llegaran
más pronto que tarde.
De momento, seguimos trabajando y con esperanza máxima a seguir
adelante ante esta situación de crisis permanente en la que el país se ha
instalado.
Quién sabe si esto ha sido un aviso o una anécdota.
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