Primera Cursa


Llevábamos semanas hablando de la cursa que se celebró este pasado domingo, y Carla siempre decía que no quería participar. Quería ir a verla pero no quería participar. Bien.

-         ¿Per qué no vols córrer?
-         Perque guanyará el Carlos…..
-         Carla, l’important es participar!

Cuando yo era pequeña no participe jamás en ninguna. ¿Por qué? Por vergüenza. Pero no por vergüenza de no ganar y ser la última, mi vergüenza era solo por simplemente correr delante de gente que me viera. Complejos, complejos y más complejos que te acompañan y no te dejan disfrutar de nada. Jamás tuve el propósito de ganar, nunca he tenido ese espíritu que tienen los triunfadores porque quizás soy realista. Nunca he sido deportista, no tengo voluntad, ni fuerza ni constancia. Y cuando lo intento, sufro y me contracturo sola. Que sí, que todo se consigue a fuerza de trabajo y esfuerzo, pero mira, nunca me vi con la motivación para ello.

¿Estoy arrepentida? Muchísimo. Me da muchísima rabia y soy consciente del montón de cosas que he dejado de vivir por mis miedos, por mis complejos y mi vergüenza. ¿Qué hubiera pasado si mi madre me hubiera obligado? Probablemente que la hubiera odiado hasta el infinito. Así que yo agradecía en esos momentos que mis padres no me obligaran a hacer nada que no quería…..pero por otra parte, jamás vencí ese miedo. Y como pasa con los miedos cuando no los superas, se crecen, se hacen grandes y se reproducen como gremblins cabrones que te recuerdan constantemente que “tú no sabes, tu no vales”

No culpo a mis padres de nada, ojo. Pero aquí de nuevo la duda: ¿Qué hago? ¿Qué es mejor?  La dejo mirando, a ver si el año que viene se anima, o la intento motivar para que venza ese miedo y participe? Opté por lo segundo, arriesgándome a equivocarme, porque ella es otra persona, no soy yo, y también existe la opción a que le cause más vergüenza si la obligo a hacer algo que no quiere y que no se siente segura.

Forzarla no iba a hacerlo, pero sí insistí todo lo que moralmente pude. Llegamos a la cursa donde sí quería ir, miremos el ambiente, nos acerquemos a la carpa de inscripciones….y entre las chicas que apuntaban y yo, conseguimos un dorsal. “Carla si no vols, no ho has de fer, però si vols, ja estàs apuntada i pots córrer” Encontrar a los compañeros de clase también creo que le animó bastante (aunque no hablara con ninguno, ella es así).

Con un tremendo sol de la vida, llegó el turno de P4 y allí estaba ella. Lo recuerdo y me emociono…..sonó el pito de salida y ¡echó a correr! Que nervios pasé porfavor, jaja. No corrió como ella corre cuando corre, y tampoco lo hizo con el turbo puesto. Corrió observando alrededor, jaja, como cuando hace algo y está orgullosa de ello que busca tímidamente con la mirada su felicitación. Lo hizo estupendamente bien, ni ganó ni llegó la última, PARTICIPÓ,  y eso le valió para acabar muy satisfecha de ella misma. En la meta estábamos su padre y yo para felicitarla con máximo orgullo. En ese momento supe que actué correctamente. Luego durante el resto del domingo lo decía todo el rato: “No he guanyat però estic molt contenta d’haver fet la cursa mama”   

Pues yo ni te lo imaginas cariño! 

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