La temida adolescencia
Esta semana
veía en las noticias la historia de Diego y como un niño de 11 años se tiraba
por el balcón por no querer ir al colegio. Se suicidó dejando una carta despidiéndose
de su familia. Me quedé de pie delante
de la tele completamente consternada y muerta de miedo, pensando en cómo de
desesperado tenía que estar el chico y el en dolor insufrible que les quedara a
esos padres para siempre. Es que tan solo pensarlo me echo a temblar.
Estos
días Naar, una bloguera estupenda, explicaba a raíz de una foto colgada en
Facebook, lo mal que lo pasó en el colegio también. Y lo cierto es que yo
también tengo mi historia, digamos que en el último curso lo pasé muy mal, pero
sé que la culpa fue mía por juntarme con mala gente. No hice daño a nadie, salvo
a mí misma. Debí apartarme y no lo hice, al final salí escaldada por
gilipollas.
Pues el
martes estuve con mi prima y me contaba con una pena terrible, que su hijo
mayor lo estaba pasando realmente mal en su segundo año de instituto. Parece
que sus amigos de toda la vida, esos con los que ha crecido en el cole, allí le
han hecho el vacío, inclusive han llegado a darle algún empujón en el
autobús. De pronto dejas tu pequeño
colegio de pueblo para entrar en un instituto “de ciudad” lleno de adolescentes
inseguros. Todos se creen mayores y con ganas de ser mejor que los demás, para ser
el más chulo o el más guay, pero como no lo son, no encuentran mejor forma de
hacerlo que es humillando al compañero.
Mi
prima está volcada en su hijo, le ha propuesto llevarle en coche al instituto,
pero él se ha negado. No quiere. Han acudido a una psicóloga que viene un par
de veces a casa para ayudarle a trabajar su autoestima, a ganar en seguridad para
reforzar su personalidad, para ayudarle en esta etapa tan importante en su vida
y tan difícil en algunos casos. El objetivo es que se haga fuerte INTERIORMENTE,
que aprenda lo que él vale, que sepa (y lo crea de forma consciente) que quien
te hace daño no te quiere y hay que desprenderse de los recuerdos y los apegos.
Que por más que duela, sino te quiere “tu amigo”, puedes continuar solo perfectamente hasta encontrar
quien sí lo haga.
Suena
sencillo pero no lo es. Sé que con 13 años, se te hace un mundo que te quita
hasta la respiración cuando te apartan y eres objetivo de burlas y miradas. Y como padres que somos ahora ¿Qué manera es
la mejor para ayudarles? Pues no se me ocurre otra mejor que proporcionándoles
todo el amor y la comprensión del mundo para ayudarles a ganar seguridad y la confianza en uno mismo. Es
lo más importante.
Nos
fijamos en las notas pero no en la calidad de personas estamos criando, y junto
con el respeto a uno mismo y a los demás, es la base para que crezca preparado
para el mundo. También creo que una cosa lleva a la otra, los buenos
estudiantes, no suelen pegar a ningún compañero. Habrá excepciones pero no
suele ser lo habitual.
Cuando
realmente sabes quién eres, te quieres por encima de todo y crees en ti, te
conoces perfectamente y tienes las cosas tan claras que nada ni nadie puede contigo.
Claro que pueden hacerte daño aquellos que quieres, pero no hundirte. No existe
más apego ni dependencia emocional a nadie más que a ti. Te conviertes en
alguien fuerte e invencible. Y en la educación se ha de empezar por ahí, es lo
que quiero que aprendan mis hijas: que les pasará cosas malas en la vida que
nadie podrá evitar, pero deben ser fuertes, sentirse seguras y jamás perder la
confianza en ellas mismas. Aunque se equivoquen y aunque sufran, todo pasa, y
hay muchísimas personas buenas esperando y un montón de vivencias bonitas por delante.
Intento
trabajar muchísimo con Carla en esto porque además creo que por su timidez y
sensibilidad va a necesitarlo más. El año pasado lloraba en el autobús cada vez
que se sentaba sola. Yo detrás de mis gafas de sol, también se me escapaban las
lagrimillas. Cuando le preguntabas por qué lloraba, nunca me decía que lloraba
por eso, pero esa era la razón sin duda. Veo lógico que le afectara así, pero
lo que intenté inculcarle es que no pasaba nada, un día se sentaba con sus
amigas y otros no porque hay muchos niños en el autobús y todos eran sus compañeros en el viaje. Al tiempo dejó de
llorar y no dejó de sonreír cuando nos despedíamos ya fuera sola o con sus
amigas. Creo que a base de hablarlo, funcionó.
No es
fácil, no es nada fácil, pero trabajaremos para conseguirlo, hacer de ella una
niña fuerte y preparada desde ya y para esa adolescencia complicada. Espero hacerlo bien, es lo que más deseo.
PD: Y sobretodo, denunciar sin miedo estas conductas en los colegios cuando se sospeche están ocurriendo, hablar con los padres y con quien haga falta para que nunca jamás ningún niño sufra ningún tipo de acoso.
Un tema realmente complicado porque por desgracia no hay un manual de instrucciones sobre cómo educar bien a un hijo. Yo creo que lo estoy consiguiendo, todo ha sido a base de hablar mucho con ella, dejarla que se caiga y ayudarla a levantarse, hacerla ver que ella podría tener sus defectos como cualquiera pero que tendría muchas virtudes. Hacerla ver que podía confiar en mi como un amigo pero sin olvidar que soy su padre.... Todo esto sirvió para que hace tres o cuatro años plantara cara a una amiga de toda la vida, al principio con miedo pero al final logré que le dijera "hasta aquí".
ResponderEliminarNo quiero pensar el dolor de esos padres, así que por favor hago un llamamiento:
Eduquen a sus hijos desde el respeto a los demás no desde el odio por ser de otra manera, edúquenlos para que respeten al gordito, al que lleva gafas, al que es de otro color o al que viene de otro país. Porque no nos equivoquemos, los niños son esponjas y aprenden lo que los padres les enseñas o lo que ven en casa.
Perdona por la parrafada pero sabes que mi hija e mi debilidad y cuando hablo de ella se me van los dedos en el teclado,
besitos
No comprendo como amigas de toda la vida se transforman así...eso duele tengas la edad que tengas, no nos engañemos verdad?
ResponderEliminarComo no va a ser largo un comentario relacionado con ese tema y más si eres padre….y es que son edades muy delicadas. A todos nos preocupa muchísimo sean y se rodeen de buena gente, sana y respetuosa. Hablar con ellos es la mejor de las disciplinas y el mayor consejo, que también sé a veces no se obtiene el resultado esperado, pero insistir, estar ahí y muy pendientes de ellos. No hay claves mágicas, cada niño es un mundo y cada familia también, pero eso no puede fallar nunca. Como bien dices, no cal seamos sus colegas, somos sus padres y siempre han de saber que estamos para escucharles y entenderles, apoyarles y orientarles por el mejor de los caminos, jamás nadie les amará más que sus padres, que hay edades que eso parece lo olvidan.
Felicidades por ir en la buena dirección con tu hija David, me alegro mucho!!
Y de parrafada nada, más se tendría que hablar de estos temas, estoy segura sois unos padres estupendos :)