San Joan 2015



La noche de San Joan, hasta la fecha, es una de las noches del año que más me gustan. Tengo recuerdos muy chulos y he pasado verbenas de todo tipo. Con mucha gente, con menos, más familiar, con amigas, de ver amanecer en la playa, de barbacoa en la montaña…y todos geniales. Este año ha sido una verbena tranquila: así surgió y así la pasamos. Carla tenía bronquitis y era la primera verbena de Judit, una noche llena de petardos y jaleo, de modo que tampoco me atrevía a más con una bebe.

Es verdad que es una noche peligrosa, hay que tener mil ojos porque la gente tiene pocas luces y los petardos son un peligro. Siempre he pensado que había muy poca consciencia en algunos padres y fíjate…este año llevábamos nosotros. El año pasado fuimos los únicos que no llevábamos nada pirotécnico y además de sentimos un poco bichos raros, vimos que había cositas para ellos, así que por primera vez, compramos bengalas de colores y cebolletas de esas que explotan solas cuando las lanzas al suelo (o las dejas caer).

Por otro lado, el lunes al llegar al trabajo, me anuncian que el 23 no trabajamos. Lo cambiaron por el 7 de enero y como estaba de maternidad, no me enteré. Pues bueno, estupendo, día de fiesta por sorpresa. Justo al rato, como si una azafata gestionara una agenda alternativa desconocida para mí, recibo una llamada que al día siguiente me traen el sofá nuevo. ¡¡¡Bravoooo!!!

¿Qué sofá? Este: 

Hacía tiempo que veníamos necesitando un sofá nuevo y sabíamos lo que queríamos, somos exigentes pero pobres. Así que después de hacer preinscripción para Judit en la guarde del barrio y estar pendiente del número de niños para que la reabrieran, dije: “cariño, si no abren guarde, nos financiamos el sofá”. Gracias a los yayos, y si las cosas no cambian, de momento no necesitamos la guardería. En realidad la llevamos por liberar a los abuelos, porque esté más entretenida y porque creemos les va bien, pero también es cierto que Judit es medio año más pequeña que Carla y ellos están de acuerdo en que esperemos. La rubia grande es de mayo y llegó a P1 caminando. Judit llegaría que no tendría ni un añito,  medio año a estas edades se nota muchísimo… Así que si abrían al lado de casa, soy la primera en apoyar la reapertura, pero para volver a la locura de coche pa’rriba y pa’bajo, pues ya tengo tiempo en P2.

Cuando recibí llamada del centro para comunicarme que solo se habían apuntado 11 niños y decidían no abrir, me preguntó: “¿Vendréis a la del pueblo?” y solo me faltó contestarle: “No gracias, me voy a por el sofá mejor” jajaja. Y lo compramos. Estábamos ansiosos de ver cómo quedaría, y el martes por la mañana llegó ¡¡¡¡¡QUE BONITO!!!!!  He decidido poner foto antes de que se rompa o se ensucie, porque realmente nos tiene enamorados. Acostumbrados al viejo.....¡¡estamos como niños con zapatos nuevos!!! Entre el cambio del parquet, la pintura más clarita y este sofá, ha cambiado el salón de una manera espectacular. Estoy aprendiendo a querer mi casa, de nuevo.  


Por la tarde, Carla y yo aprovechamos para hacer una coca sin huevo. Tenía una receta preparada pero la cambié porque Toni me pidió una de hojaldre. Por cosas de la vida, cuando fui a comprarlo, el hojaldre se había acabado. Pero volví, e incluso hice tiempo a que desempaquetaran lo fresco y lo colocaran en la nevera para justo hacer esa coca…Era una receta nueva que llevaba crocanti de almendras. Debí echarle demasiado azúcar porque aquello empezó a hervir de un modo alarmante. Entonces aparté la sartén del fuego para bajar esa espumadera cuando se me rompió y quedándome con el mango en la mano, cayó todo ardiendo al suelo. Después de gritar del susto, se me heló el corazón. Hasta la boca se me secó. Si eso le cae a alguien y Carla la tenía al otro lado, le desgracio la vida. Pero gracias a Dios, no pasó. No quería ni pensarlo.
  



Total, después de cenar y de comernos la coca traicionera, salimos a la calle a tirar los petardos…lo que en la soledad de nuestro portal parecía algo súper chulo, en plena verbena quedó un poquito ridículo que hasta nos reímos y tuvimos que casi justificarnos con la niña: “es que aquells nens son mes grans i per això tenen petardos mes grans……” jajajaja pero ella estaba encantada con sus petarditos y sus bengalas. Tampoco podía faltar el ritual de quemar todo aquello de lo que quiero deshacerme en mi vida, importantísimo hacerlo en “la noche mágica” dicen, aunque cualquier momento es bueno para ello. 

Y para terminar, no pudimos acabar mejor el día que tumbaditos en nuestro maravilloso sofá relax leyendo un libro con la tele puesta sin volumen, y viendo de reojillo la semifinal de Masterchef.

Cuando todos dormían, en el silencio absoluto de la noche, me senté en mi balcón acompañada de la confianza y la luz de mis deseos y quemé mi papelito lanzando mi petición al Universo.  


Hay muchos San Juanes perfectos. 



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