Noviembre accidentado





Este noviembre no ha sido dulce como la película, más bien un poco agrio. Pero después de todo, agradecida.  

Dimos la bienvenida al mes celebrando los cumpleaños de mis padres. Casualidades de la vida, cumplen el mismo día pero en esta ocasión, el cumpleaños especial fue el de mi madre por sus 70 primaveras. Decidimos regalarle una escapada de fin de semana a un balneario. La idea era ir todos juntos, la familia al completo.

Cuando mi padre cumplió los 70 lo pasamos en Andorra, una muy recomendada  estancia en el Anyos Park que disfrutamos muchísimo. Para mi madre, busqué algo igual pero diferente, y decidí contratarlo en la costa. La playa en invierno es también apetecible, venían días bonitos y es preciosa para pasearla y disfrutarla de este otro modo.

Por agendas, la fecha escogida fue el fin de semana del 16-17 noviembre. Estábamos locos de contentos esperando llegara, sobre todo los niños, que evidentemente se les hacía larguísima la espera.

Por fin llego el fin de semana esperado. Yo me adelanté para gestionar la reserva y justo cuando esperaba en el hall al resto de la familia que decían estaban aparcando, ocurrió el desastre. Recibo una llamada de mi hermano: “la mama se ha caído y se ha roto algo. Ven ya, te mando ubicación”

Cuando llegué y la vi, solo me salían lágrimas. Me dio la llorera. Sí, así soy. Cuando los sentimientos me sobrepasan, no puedo controlarme. Detrás de mis gafas de sol lloré y lloré, disimulando todo lo que podía. Era la tercera caída de mi madre en lo que va de año. Acababa de recuperarse de la última que tuvo en julio donde se desgarró la rodilla. Ver a tus padres envejecer, con todas sus consecuencias, es como una perforadora que te atraviesa lo más profundo de  tu ser.  

En esta ocasión, se cayó y se rompió el fémur cuando se inclinaba levemente para dar un beso a mi sobrina que se acercó corriendo a saludarla. Primero uno piensa que ese es el orden, pero no. Resulta que se rompió el fémur (demasiada osteoporosis) y entonces se cayó. La caída no fue más fuerte gracias a que mi sobrina de 9 años, pobrecita, intentó aguantar como pudo el peso de la iaia como pudo.

Llamamos a la ambulancia, se la llevaron al hospital de la zona, vieron la fractura y la trasladaron al hospital de casa. Poco antes de las 00:00 de la noche pasábamos de urgencia a una planta y a las 10:00 de la mañana del domingo ya estaba en quirófano. Así de rápido, así de seco, así de bien. Porque en realidad, salvo por la pena, fue muy bien.

Después de una semana ingresada, ahora ya se recupera en casa, poquito a poco. Es una recuperación lenta, pero no nos pilla de nuevo. Ya lo vivimos con su mama, mi amada abuela. Al llegar a casa saquemos todos los artilugios que guardábamos, necesarios para su movilidad.

Así que este noviembre ha sido bastante accidentado pero como decía al principio, agradecida después de todo que  tuviera lugar cuando estábamos todos con ella. Hubiera tenido unas consecuencias peores si la fractura de fémur le pilla sola en casa, bajando las escaleras o incluso dentro de la piscina de un spa.

Hay que mirar siempre el lado positivo de las cosas.

Lo ocurrido con la reserva de nuestra estancia es también una imprevista causalidad. No teníamos contratado un seguro de cancelación (mal por mi parte) así que de devolver el dinero, nada de nada. Pero claro, aquello tampoco fue una cancelación normal, es que fue un accidente en la mismita puerta. ¿culpa de quién? De nadie evidentemente, lo sé. Pero un accidente sí fue.

Después de varias conversaciones, en las que jamás les quité la razón pero yo intentaba “humanizar la situación” accedieron a dejarnos ir otro día. Por un momento me pareció un triunfo, de perderlo todo a poder volver, era un 100% satisfactorio. Peeeeeero no hemos acabado. Me comunican entonces que este hotel-spa a partir del 01/01/2020 pasa a ser un only adults: sin piscina infantil, sin camas supletorias… oiga ¡sin niños! Prohibidos los mocosos. Mi gozo en un pozo porque a ver que hacemos si somos todos padres de familia.  

Así que nos dejan volver pero tenemos menos tiempo para ello. Un tiempo muy apurado en el que, con calendario en mano, además de la lentísima recuperación de mi madre (no nos olvidemos que era un regalo especialmente para ella) nos metemos en el mes de diciembre donde cada uno tiene sus puentes, su familia política con sus compromisos, sus vacaciones de navidad, sus planes, etc etc…..  

NO llegamos.

Por lo tanto, volví a la carga en las negociaciones y cuando yo pensaba iba a enviarme a tomar viento fresco,  conseguí que nos devolvieran el 50% de la reserva. El otro 50% restante queda para gastar en lo que quisiéramos y como quisiéramos, siempre que se cumpliera esa condición: con niños antes del 31/12/2019, sin niños hasta el 19/06/2020. Nos ha parecido de lo mejor que podíamos conseguir y con toda seguridad, iremos un domingo a comer y/o a bañarnos en el spa, los que podamos y como podamos.

Menudo noviembre.  



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