Cañas de chocolate
No soy de dulces….o no mucho, pero estoy casada con un adicto al
chocolate, y tener en casa tanta tentación me ha hecho comer más chocolate que
nunca. Es adictivo completamente, pero aun así, no soy de dulces y no lo cómo tanto.
Más bien soy de bocadillo de toda la vida, que es como he crecido. Soy muy
“panocha”. Donde se ponga un buen bocadillo de pan recién hecho amb tomàquet…mmmm…..puede ser un arte, cuidao.
Nuestras meriendas eran eso, bocadillo, y en el patio lo mismo: más
bocadillo. Y ahora de grande, con lo que más disfruto es con un buen bocata.
Pero hay dos cosas que, a parte de la cerveza, cuando las veo me las tengo que
comer: los donuts de azúcar y las cañas de chocolate, esas que llevan crema
por dentro.
Cuando era casi pequeña, de unos 7-8 años y volvíamos de casa al
colegio en grupo, parábamos en una
librería (que ya no existe) a mirar el escaparate y siempre había alguno que
llevaba un duro para comprar un chicle, una piruleta…algo. Mientras todos miraban las chuches, yo me miraba las
cañas de chocolate que tenían bien colocaditas al lado derecho debajo el
mostrador de cristal. Siempre me habían gustado muchísimo, jajaja pero claro,
no las comía cada día ni muchísimo menos. Eso solo lo hacíamos el fin de semana
cuando mi madre compraba algo de bollería los sábados por la mañana en la
panadería de siempre. Llegaba con el pan y alguna cosita para el desayuno, ese
era el momento de comer bollería en mi casa, única y exclusivamente.
Pues yo creo que esa “ansiedad” por las cañas de chocolate perdurará
para siempre, y es que un día me pasó una cosa muy curiosa que demuestra que
tengo una mente privilegiada para este asunto (jajajajaja). Existe cierto poder
de atracción muy misterioso entre las cañas de chocolate y yo.
Una tarde de hambre, estaba en el trabajo y salí a la máquina esa que
tiene cositas para comer. Vi que habían traído cañas de chocolate. Pero oh, no
sé, hoy quizás me apetece más la palmera……palmera-caña…..caña-palmera…..venga
vá, palmera…..metí la moneda y tecleé la palmera cuando ¡sorpresa! Cayeron a
mis manos la palmera y la caña de chocolate, ¡las dos cosas! Olee!! ¿Os ha pasado esto alguna vez? No me lo podía creer, ¡Puro deseo convertido en telequinesia! tenemos una
relación de pasión que durara para siempre, jaja.
Vaya anecdota graciosa.
Cuando acabas de dar a luz, el bocadillo de jamón viene por cortesía
del hospital, y ¿qué fue lo primero que me trajo Toni a la habitación cuando
pude comer? ¡¡Una maravillosa caña de chocolate!!!!
Quiero decir que aunque sea Navidad, a mí los turrones, los mazapanes,
los panattones esos….no me dicen nada…lo mío son los donuts i las cañas de
chocolate. Como tampoco lo son los grandes regalos ni las grandes comidas, soy muy feliz con lo que tengo y un bocata.
¡¡¡¡Molt Bon Nadal!!!! A disfrutar de las vacaciones, de la magia de la Navidad con niños, de la familia y los amigos, de desayunar tarde y en pijama!! Que de eso trata la felicidad!!!
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