Colonias P4


su mochila es más grande que ella 
El año pasado fue perfecto: tú no quieres, ella no quiere, nosotros no queremos. No hubo colonias en P3.  Y este año parecía que íbamos por el mismo camino, hasta que se torció: “Jo vull anar de colònies mama”

Vaya por Dios.

La respuesta de Toni fué: NO. Y yo también le dije que no. Carla lo entendió rápidamente. Siempre digo que los niños alérgicos llevan una dosis extra de responsabilidad y saben que con este tema no se juega. No es un NO cualquiera.

Fueron pasando los días y yo la veía a ella con ganas. Una mañana, llevaban todos los niños unas hojas rellanadas que entregaban a la profe cuando entraban a clase, y pensando que ya me había dejado algún papel por traer, le pregunté a Carla y me contestó con carita de gatito abandonado: “no mama, es per les colònies, però com que jo no puc anar…..”

Me fui al trabajo con esa penilla en el corazón, pensando ¿y si…… me informo? Así que llamé a la casa de colonias y hable con la encargada de la cocina. Me pareció una mujer muy sensata, muy responsable y muy acostumbrada a tratar con niños alérgicos. Y me gustó mucho un detalle.

Mucha gente, cuando les hablas de esto, te sueltan: “Sí tranquila, nosotros miramos mucho el gluten” ¿¿¿¿¡¡¡##@#%#0#@!!!!????. ¿¿Perdona?? Te estoy hablando del  huevo, no del gluten. Se piensan que porque no lleva gluten, ya no lleva nada más y que ellos controlan. Punto pelota. Y con esta mujer no me pasó. Sabía de lo que hablaba e iba un paso por delante. Me dio confianza. Sandra, que así se llama, me dio su teléfono privado para que la llamara cuantas veces necesitara y me animó a dejarla ir.

Llegue a casa y lo hable con Toni. Su respuesta seguía siendo NO.

A dos semanas de las colonias, se hizo en el cole la reunión informativa para todos los padres. Yo no fui porque Carla no iba de colonias, pero pedí el menú, y era todo muy adaptable, así que volví a llamar a Sandra  y me pasó etiquetas de todos los productos que comería Carla, todos. La pasta, la butifarra, el tomate, las albóndigas, el jamón dulce, el pavo, el queso, los cereales de desayuno y el “colacao”. Todo apto.

Lo hablé con Toni y fue de nuevo NO. Tenía claro que tenía que ser algo que ambos estuviéramos de acuerdo, pero yo lo veía claro que podía ir y él no. Sus razones son las mimas que las mías, MORIMOS DE MIEDO a que coma algo que no puede. Y Toni argumentaba que cuando sea más grande.  Pero  ¿Cómo de grande? Porque ojala lo supere, pero si no es así, seguirá siendo alérgica. Entonces ¿cuándo? ¿en P5? ¿en primero? ¿quinto? ¿la universidad?  Y es que una vez hablado con los profesores, con la casa de colonias, comprobado todos los ingredientes de su menú….¿qué más queda?

EL MIEDO.  Miedo a que se equivoquen, miedo a que exista un error con el plato, a que se confundan….y luego no solo está la alergia (que ya es suficiente razón) siempre he dicho que aunque no fuera alérgica también pasaría miedo: a que le pase algo, a que sufran un accidente, a que se haga daño….mil posibles casos que rápido desecho de mi cabeza llena de monstruos que quieren comerme cuando salimos de nuestra rutina y zona de confort donde parece no haber peligro ninguno pero al mismo tiempo, nada nuevo ocurre.

Entro en la web de la casa de colonias y veo (completamente atónita) que hay un circo. Que durante la estancia allí, van a hacer malabarismos y saltos (con lo que últimamente le ha dado a ella por hacer), ver un circo de noche, pintarse las caras…¿en serio quiero que mi hija se pierda todo esto solo por mi miedo? Ya bastantes cosas se pierde por ser alérgica.....Busco más información y encuentro vídeos colgados en YouTube de la casa, donde además descubro uno con la misma banda sonora con la que empieza nuestro video de bodas, y yo que soy muy de estas cosas, de guiarme por mis instintos y estas señales que parece te ayudan en momentos así, hice de tripas corazón y pensé: ESTE AÑO SÍ QUE VA. Decidido.

Quedaban plazas, tuvimos suerte. Así que a una semana de ir, Carla se apuntó a las colonias. Preparamos la mochila, con su saco de dormir, compramos linterna (que ella eligió), preparamos mudas, neceser….con una Carla de lo más feliz y emocionada.

Ayer fue durillo y Sandra, la encargada de la cocina, fue un apoyo fundamental. Una gran profesional  a la que quiero ir a conocer y agradecerle personalmente su trabajo y cariño, por cuidar de la alimentación de mi hija, que me enviara mensajes para tranquilizarme y que me atendiera en todo momento tan amablemente. GRACIAS SANDRA.

Anoche, me quedé dormida de nuevo durmiendo a Judit y a las 2:30 de la madrugada me desperté de golpe. Miré corriendo el móvil y tenía dos wasaps. Uno de su profesora de este año, y otro de la profesora del año pasado que también iba. Todo estaba perfecto, ya dormían y se lo habían pasado bomba. Que estuviéramos tranquilos. ¿Pueden ser más fabulosas? GRACIAS PROFES.  

Estamos a unas horas de que vuelvan, ya falta menos, jajaja. Los nervios son inevitables, nunca he delegado así “a desconocidos” la vida de mi hija, y en ese momento en que tú no esas ahí es como que no te queda otra que respirar hondo y confiar que todo iba a ir bien. Y ASÍ HA SIDO, hasta ahora…..solo queda una comida y el viaje de vuelta….

Nosotros es verdad que no íbamos tan pequeñitos de colonias. Yo solo hice dos y ya en los últimos cursos. Tengo recuerdos de ellas y creo que son importantes, que van bien, que ayudan a su autonomía, que aprenden a compartir, a convivir, a relacionarse en otro entorno que no es el habitual, a expresarse sin sus padres mediante  y sobretodo,  una gran experiencia que siempre recordaran,  pero nunca imaginé cuando era yo quien me iba de colonias que mis padres podrían llegar a estar preocupados.  ¡¡¡Que feliz eres cuando eres pequeño!!!


Tic tac tic tac….cinco horitas faltan…


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