Empezamos P4


El año pasado cuando empecemos P3 me encontraba a 15 días de tener a Judit y completamente desconectada. Poco escribí sobre ello. Su primer día fue emocionante aunque la dejemos llorando en clase. Fue el primer y último día que lloró, eso es verdad, pero en aquel momento, verla ya en el colegio de mayores y dejarla llorando, me emocionó de tal manera que salí escondida en unas gafas de sol para no mostrar mis lágrimas al resto de padres que seguramente iban tan emocionados como yo pero por lo menos, con más capacidad de auto control.   

Seguimos en parvulitos y esta semana Carla ha empezado su curso 2015/2016 en P4. La noche anterior escribía convencida un whatsapp a una amiga “este año no va a llorar”.....que inocente soy.

Después de ir preparándola durante toda la semana pasada, intentando acostarla antes y empezar a madrugar un poquito más cada día, llegó el lunes 14 de septiembre y su primer día del nuevo curso. Se despertó de un salto (por fín) después de llamarla por tercera vez: “Carla desperta,  anem al cole!!!!” y parecía contenta, con ganas, como lo había estado los últimos días……pero ya en el coche me avisó: “mama no vull anar al cole”……y subiendo las escaleras que dan a la entrada lo volvió a repetir. Lo decía en serio, no quería ir al colegio.

Llegamos a la fila y el encuentro con el resto de compañeros (menos con su amiga Clàudia) fue seco y serio. No, no. No le estaba haciendo gracia la vuelta. Hasta que finalmente arrancó a llorar. Y me cabreé. Luego me sentí culpable por mi actitud, pero me cabreé. A ver, me agache para hablar con ella y abrazarla, consolándola con palabras de cariño, que iba a jugar, a pasárselo bien, animarla, etc etc……pero oigan, al final, cuando es la última en entrar y todos la observan y continua con llantos, me enfade. Entonces me puse seria y le dije que prou de llorar, que tenía que entrar con sus compañeros y que la estaban esperando ya sentados en su rollana y no podía quedarse en la puerta. 

Hubo un momento muy gracioso en que su amiga Clàudia, quien iba de lo más contenta, se apoltrono detrás de ella diciendo: “Si la Carla no entra, jo tampoc” Entonces la mama de Clàudia claro, me ayudó a convencer a Carla que habían de entrar……mira, nos dio un ataque de risa. Finalmente entraron y antes que nosotras llegáramos a la puerta de salida, vimos a través de las ventanas como ya se habían sentado.


Luego en el trabajo las horas pasaron lentas y con nervios, intercambiando emails y mensajes con otras madres y con Toni porque de algún modo, me sentía mal por haber sido más durilla con ella a última hora. No debería sentirme así, la vida no es de color de rosa por más que me guste este color, y quiero educarla de manera que sea responsable y  consciente de los momentos de más responsabilidad. Me gustaría que no tuviera tantos miedos, que fuera más segura. 

Pero tampoco debo olvidarme que sigue siendo pequeña y que es su carácter, es una niña extremadamente sensible y necesita comprensión, cariño y quizás más tiempo que otros niños para los cambios. Lo difícil en muchos casos, como este por ejemplo, es el límite. Gestionar estas situaciones para ni pasarte de buena y que al final te vea tan blandita que no quiera entrar en razón (y tampoco le ayudes nada a superar sus miedos), ni ser demasiado dura y hacerle daño o que se pueda sentir peor, rechazada o incomprendida. Que nervios coge una con estas cosas, de verdad. Lo mismo le doy demasiada importancia, no se.

Llegamos al mediodía y la hora de recogerla. Salió contenta, animada y feliz. Que tranquilidad y que felicidad cuando la ves llegar sonriente. Es que es pura luz. Tengo que decir que el momento de recoger a tus hijos del colegio, es uno de los mejores del momentos del mundo.

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