Ocho años sin fumar


Empecé a fumar con 14 años con un par de amigas, escondidas en un lugar llamado “la piedra” porque era como un portal abandonado con una piedra grandota donde nos sentábamos. Para entonces esa calle estaba al final del pueblo, enfrente solo había campo. Hoy ya no es el final del pueblo, hay casas y parques en aquel lugar donde solo había trigo. Ahora ya una no se acuerda de aquel otro paisaje, a menudo paso por delante y aunque el portal sigue igual, se me olvida que paso delante de ella.

Mi padre fumaba y a mis hermanos mayores les había visto fumar también. Ahora no recuerdo si para entonces lo sabían mis padres o no. Supongo que sí porque las vecinas eran rápidas, como lo fueron conmigo. Mis padres no me castigaron. Sabían por experiencia que iba a hacer lo que quisiera, soy la tercera de cuatro hermanos, pero evidentemente me soltaron la charla y me aconsejaron que no siguiera fumando.

Pero mis amigas y yo seguimos. Comprábamos un paquete de Lucky entre todas y nos íbamos a fumar….ais…que gilipollas éramos.

Bueno, pues estuve fumando hasta el 15 de septiembre de 2008. Ese día dije adiós a dieciséis años de vicio para convertirse en el primero de mi condición de fumadora a NO FUMADORA. Hasta ahí. Para entonces, estaba soltera, vivía sola y podía hacer lo que quisiera. Y fumaba tanto que dije, ya no fumo más porque coño, es que me sienta mal. Pero tener esa consciencia sobre lo dañino era para mi persona, no significa que fuera coser y cantar, no. Lo pase FATAL. De hecho nadie me apoyó, porque nadie se creía iba a dejar de fumar, cosa que tampoco comprendo porque no era la primera vez que lo conseguía:

La primera vez fue cuando me operé de Hiperhidrosis. El doctor me dijo: si quieres operarte, no puedes fumar, es más, si sigues fumando, no te opero. Y tiré el paquete de tabaco en la misma salida del hospital. No me costó nada porque tenía un claro objetivo y creo que estuve cerca del año sin fumar. Y volví. La segunda vez no me acuerdo cuando fue, y duro poco, fue por un periodo de tiempo bastante inferior. Aquello fue un primer intento de lo que sería la definitiva.  

El caso es que lo conseguí. Me costó mucho esta vez, porque ya digo me encontraba en un momento estelar, pero mira, así lo decidí. Tuve que pasarme incluso un tiempo sin salir porque me convertí en un ser un tanto agresivo, jaja, con bastante mala leche y aquello afectó a algunos momentos sociales que decidí evitar hasta que se me pasara el monillo.

En esta ocasión no tiré el tabaco, lo tenía en casa. Pensé que era bueno tenerlo cerca, saber que si quería podía, pero no iba a querer. Decirle que mandaba yo cada vez que veía el tabaco allí encima me daba fuerza (valiente tontería ahora que lo pienso), y su presencia no me molestaba lo más mínimo (JA). En el curro en cambio tenía un calendario que iba tachando los días que pasaban sin fumar….no dejé de marcar los días hasta casi los 6 meses. Incluso soñaba que fumaba, algo que creo es común también. Tampoco faltó el archiconocido libro: es fácil dejar de fumar si sabes como.  Y reconozco que ayudó. Tiene cosas muy buenas. Superar los minutos que dura un cigarro o imaginar en fila india el montón de cigarros que has dejado de fumar me ayudaba a mantenerme firme y no caer. 

Y todo esfuerzo tiene su recompensa. Uno de los momentos que más orgullosa me sentí una vez que iba por la calle y un chico se paró para pedirme fuego. “No fumo” le contesté. Y solo yo fui consciente de que lo había conseguido. La sonrisa se me salía por las orejas. Allí estaba yo en mitad de la calle, sola, disfrutando de un súper éxito personal.

PD: últimamente, hace meses ya, tengo una crisis con el tabaco y me han vuelto las ganas locas de fumar. Durante mucho tiempo, cuando lo superas, el tabaco suele molestarte exageradamente. En cambio, llevo una temporada que me viene gustando el humillo….si no tuviera hijas, creo que hubiera caído ya de nuevo, pero jamás van a verme con un cigarro en la boca. Sé que no tiene nada que ver, que ellas harán lo que tengan que hacer, pero me lo prohíbo.

Espero no volver a fumar jamás, y confío que así será porque me siento orgullosísima de ello. Ocho años, ¡que se dice pronto!

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