Detalles de nuestras vacaciones




Me pasa una cosa, no tengo tiempo ni ganas de escribir pero si de contar, ¿entonces qué? Entonces, hay que obligarse.  

Me ha parecido muy pobre el post de las vacaciones, soso, breve para lo que me han gustado. Así que voy a estirarlas un poco más y hablar de ellas con más detalle para recordar cositas:   

La ida la hicimos en dos tandas. Para ser el primer viaje nos pareció lo mejor por dos razones: nunca habíamos conducido tantas horas con las niñas y no queríamos llegar de madrugada. Así que nuestra parada a dormir fue en un pueblecito de Ciudad Real. En teoría para cuando teníamos previsto llegar (sobre la 1 de la madrugada), las niñas deberían ir dormidas puesto que a las 11 caen, pero no, llegaron despiertas y como una moto. Con mis hijas ningún plan se ciñe a lo previsto. Carla además muy ilusionada porque esto de ir de hotel nunca lo hemos vivido (dejemos de ir a hoteles cuando le diagnosticaron la alergia y  nos lanzamos al mundo caravanil) por lo que para ella era una excitante novedad “es com anar de colonies”. Eso de parar a dormir fue finalmente una gran idea, lo pasamos bien, una aventurilla chula. Por la mañana, desayunemos y seguimos la última etapa.

La inversión del verano ha sido las pantallas de tele para el coche. Hohoho, que maravilla por favor, bendita sean. Espero duren mucho tiempo porque ya no se vivir sin ellas. De peli en peli, íbamos haciendo camino. Recomendadísimas. Ya no salgo de mi pueblo sin ellas. Hubieron muchas paradas, pipis, estirar las piernas, tomar un zumo, un polo….pero se portaron como unas campeonas.

Temía mucho las altas temperaturas, pero tuvimos la suerte de los principiantes y no se dispararon los termómetros, o por lo menos a mí no me pareció tan bestia el calor. Y es que allí es un calor seco y es distinto. Paseas por la sombra, y estas medio bien. Esto aquí no ocurre. Aquí sudas como un pollito en la sombra también. Prefiero unos grados más pero un calor seco a tener esta humedad azqueroza.

Los días que fuimos a Córdoba y Granada, visitemos Mezquita y Alhambra (por fuera porque no habían entradas hasta noviembre) después de comer mientras Judit dormía la siesta en su cochecito, es decir, ¡sobre las 4 de la tarde!. Y sí, calor hacía, pero perfectamente soportable. Es más, dato curioso, el agua de la piscina del pueblo estaba ¡¡helada!! ¿Cómo puede ser? Si la de mi pueblo este julio la teníamos templadita…¿de dónde la sacan?

Me reitero. Me encanta el sur, me identifico muchísimo con ese carácter y me enamora la luz que tiene, allí el sol brilla de otra manera. También digo que se añora nuestro verde intenso, nuestras montañas, pero la alegría de la gente aunque sea es topicazo, es una realidad.

Aun con gps, cada vez que salíamos del pueblo, nos equivocábamos. Estoy convencida abrimos caminos nuevos, descubrimos entradas que seguro ni mi tío residente desde nacimiento, sabía que existían. Increíble. ¿Cómo podemos ser tan malos? Carreterillas en medio de olivares donde no pasaba ni el aire….¿seguro es por aquí? ¡y yo que sé! Jajajaja.

Nosotros si no visitamos urgencias del sitio donde estamos, no estamos contentos. A partir de ahora, juro que llevaré preparado la dirección del hospital más cercano porque no hay vacaciones que no fichemos. Nos sentemos a tomar algo en Granada y Carla se llevó la carta de polos de la barra. Cuando fue a devolverla, lo hizo corriendo y chocó con un camarero que también iba deprisa, lanzando a mi niña contra la pared de la barra, y dando con la cabeza en un ribete decorativo de obra que había a media altura. Además con los pies dio contra una puerta de hierro que había al lado, de manera que el golpe fue sonoro y el susto gordo. Cuando le miramos, tenía un chichonazo en la parte de atrás de la cabeza importante, y ella, llorar y llorar y más llorar, que le dolía mucho.

Carla es de llorar y no es la primera vez que corremos por un chichón en la cabeza. La vez anterior fue porque se cayó de la cama, en urgencias nos dijeron que el simple hecho de salir chichón era buena señal y si no había perdido el conocimiento y contestaba bien a todos los estímulos y preguntas, no había que alarmarse. De modo que no quise ponerme nerviosa, pero claro, si no se le pasa y dice que le duele, te cagas viva porque es un golpe en la cabeza. Así que decidimos volvernos al pueblo. Hora y media de camino llorando.

Pues nada, lleguemos y nos fuimos a urgencias a pasar revista. Realmente esta experiencia daría para un post entero porque la histeria fue cobrando vida por momentos al más puro estilo “familia de locos” que es lo que somos. De nuevo, nos perdimos entre olivares, 25 kilometros infinitos entre olivos, y es que allí no tienen el hospital al lado, sino eso, a 30 kilometros del pueblo. Esta vez pensaba lo hacía bien y no, nos volvimos a equivocar. Mientras, Carla llora que te llora, chilla que te chilla.  

Finalmente llegamos y entremos como alma que lleva el diablo, a esas alturas, llevaba ya más de dos horas llorando sin parar, sin tregua. Yo que intenté no perder los nervios, convencida que solo era un chichón, después de tal nivel de llanto, temía hemorragias interiores o derrames, todas esas cosas horribles que no entiendes técnicamente que son pero que escuchas que pasan.

No sé el rato que esperemos en una sala de pediatría vacía. Yo esa parsimonia no la entiendo…finalmente apareció un enfermero que le miró las pupilas, le pregunto cómo se llamaba y nos dijo que todo estaba bien y que nos tendría una hora en observación y si seguía bien (ósea como lleguemos) nos podríamos ir a casa. Entonces, a la bendita de mi hija le entró el nervio por irse, y ahora lloraba porque se quería ir a casa. Pa matarla. “si, te puedes ir bajo tu responsabilidad…..” claro, escuchas eso y todos los demonios del miedo hipocondriaco bailan alrededor tuyo mientras te pinchan con su lanza. Ahora después del maratón que llevamos (eran las 9 de la noche y la niña ya tenía hambre y parece que por fín se había cansado de llorar) NOS QUEDAMOS. De modo que un zumito de la maquina exponedora y un kit kat (apto) hasta que vinieran a darnos el alta.

Cuando lleguemos al pueblo, entrando por una especie de polígono en esta ocasión, la niña ya venía tranquila, medio dormida y bien. Al día siguiente eso sí, a mí me salió una panza en el labio de los nervios que pasé.

La vuelta la hicimos del tirón, de noche, y nunca más. Por lo menos no así, se nos fue de las manos y salimos demasiado tarde. Los últimos kilómetros por poco tenemos que pedir patrulla de rescate. La salida del sol con ese cansancio es mortal, cae sobre ti como un manto de fuerza, dejándote el cuerpo completamente inmóvil impidiéndote mantenerte alerta con los ojos abiertos. Te caes de sueño, y eso es malísimo. Paremos, estiremos piernas, nos mojemos la cara y pudimos con el tramo más difícil.  Costaron un poco pero lleguemos.

A los días, estaba en casa y estoy reponiendo pañales en la mochila cuando veo un mando de televisión raro. Pensé no fuera de la casa del pueblo y cuando le doy la vuelta veo una etiqueta enganchada con celo “202”. Una de mis niñas debió pensar que era un mando muy bonito y lo metió en la mochila sin darme cuenta, jajaja, me entró la risa cuando lo vi.

Llame al hotel para decirles que no había sido un robo, no por lo menos intencionado, y lo envié por Seur. Supongo que lo han recibido, no me han confirmado nada tampoco, tendría que llamar a ver si así ha sido. Me supo mal por los que hayan venido detrás nuestro y hayan querido ver la tele. Además, estuvimos muy comodos y nos atendieron súper bien la verdad.


Con todo, los sustos, las risas, los momentos…. han sido las mejores vacaciones que hemos pasado en familia hasta la fecha. 



Comentarios

  1. Recuerdo cuando mi peque era pequeña y descubrí los dvd's portátiles que se enganchaban en el reposacabezas. Aquello fue maravilloso. Poder hacer un viaje tranquilo, jajajja. Te leo y me recuerdo a mí mismo.
    A nosotros también nos encanta el sur y siempre vamos allí de vacaciones, aunque hace ya un para de años que no salimos. Del año que viene no pasa en volver al sur, al gazpacho, a la alegría de la gente, al sol y a la playa.

    Bueno te dejo que me alargo y casi escribo una entrada en el comentario, ejjej. me alegro que lo pasarais bien y que lo del chichón de la niña solo haya sido un susto.

    Muchos besos

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  2. Son lo más David!! esto deberían traerlo en la canastilla cuando te conviertes en padre porque te prometo que los viajecitos en coche en mi familia eran una pesadilla...hasta ahora.

    Un besazo.

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