Lo de tirar juguetes


 

Por espacio tengas (que tampoco tengo tanto) llega un día en que debes desprenderte de cosas. A mi digamos que me cuesta MUCHISIMO hacerlo, pero de vez en cuando aparece uno de ellos y es entonces cuando hay que aprovechar el momento sin demasiadas dilaciones.   

Llegó el día de tirar esa muñeca que llenó de papilla cuando jugaba a darle de comer, esa otra que ha dejado sin pelo, la que tiene la cara llena de rotulador, ese teléfono con el que llamabas a la iaia de mentira, los bloques de colores, las mil quinientas piezas de decenas de juguetes desordenados y conjuntos sin parejas que han vivido repartidos entre los cestos de casa. Tenemos cocinitas sin cacharros, muñecas desnudas sin brazos, puzles sin completar por piezas perdidas, juegos sin fichas, juguetes sin pilas, conjuntos desamparados más solos que la una, como por ejemplo el cestito de picnic sin vasitos ni platos o el maletín de doctora sin jeringuillas ni esparadrapos. 

Un cuadro. Trescientos mil cacharros y ninguno valido. Lo tenía decidido. Era necesario para la convivencia, en gran parte por mi TOC del orden. Y así lo hice. Cogí esas bolsas de rafia gigantes y los llené con todos esos juguetes inservibles. 

Debo explicar, que antes de decidirme a ello, llamé por teléfono a Cruz Roja y Caritas, por si podía llevar alguno que quedaba aprovechable, y me contestaron que, desde el Covid, no aceptan nada usado. Les expliqué que era una tontería, había cosas que hacia años mis hijas no jugaban y en cualquier caso, podía llevarlo limpio y desinfectado…pero no. Protocolos y gilipolleces. 

Así que estaba en plena tarea de recolecta cuando aparece mi Judit como quien huele enseguida que algo raro está pasando: ¿¿¿¿QUE HACES MAMAAAAAAA????   ¿¿¿LO VAS A TIRAAAARRRRR???? 

Drama. (Y ojo, lo entiendo). Los mismos cacharros que estás cansada de ver con los que ya no juegan y que has seleccionado con destino a la bolsa gigantesca, de pronto son juguetes importantísimos y sus favoritos. Todos. 

Conclusión: has de hacerlo poco a poco para que no se den cuenta, y lo más importante, sin que te vean. Como si estuvieras robando o cometiendo un delito. Porque si no, no sacaras de casa ni un triste pin i pon. 

Y con los juguetes me pasa como con la ropa. Hay una jerarquía de tan solo dos pasos: el estado en el que están, y las fotos que tienes con ello. Si existe una sola foto con una ropa determinada, ese vestido ni lo tiras ni lo regalas. Si tienes una foto con un juguete, pasa lo mismo. He guardado cositas, no os vayáis a pensar que he dejado sin juguetes a mis hijas. Tengo su primera cocinita, varias muñecas y peluches que se quedan guardaditos en cajas para guardarlos siempre. Seguro que cuando sean mayores les encantará verlos. A ellas y a mí. 

No fué tarea fácil, fué realmente una carrera de obstáculos. A punto estuve de no conseguirlo. Finalmente, el lugar donde llevé esas bolsas fue la Deixalleria Municipal. Le expliqué a la chica si quería alguno, o si conocía a alguien que le pudieran interesar…..me dijo que no, que dejara las bolsas al lado del contenedor de plástico. ¿Existe un destino más triste para todos esos juguetitos cargados de amor, ilusión y recuerdos? Qué pena más grande me entró…ahora era yo quien se repetía a sí misma: “¿¿de verdad los vas a tirar??” 

Allí estaba yo y mis tres bolsas. Plantada en la Deixalleria en un acto solemne donde con gran esfuerzo me tocó (a mí) despedirme de ellos. Y eso que iba decidida. Me encontré con una emoción inesperada que me hizo dudar de hacerlo. ¡Con lo que habían sido! Que penita sentí…metí la mano un par de veces más y revolví todo en busca de algún tesoro olvidado. Rescaté algunos más en ese momento pues me parecieron un crimen tirarlos. 

El caso es que ahora no recuerdo cuales fueron. 

Hoy he recordado ese momento porque estoy a punto de repetirlo, siguen habiendo demasiados juguetes aún y cada vez juegan menos. Lo veo y me pone tristona, etapas que huelen a despedidas. Judit todavía pide juguetes pero empieza a ganar la tecnología (con ese amor-odio que le tengo). 

Y entonces llega la nostalgia de nuevo, me da penilla decir adios, algún dia seran poquitos los juguetes salvados de tanta criba, pocos seran los supervivientes de ello.  

También me he liado a tirar mi ropa, esto me está costando menos. Demasiados pantalones rotos y camisetas viejas hechas polvo que ya no valen para nada, han pasado a categoria de trapo con pelotillas y agujeros. Otra la llevo al contenedor de reciclaje según su estado. No se por que tengo la sensación que es el momento para muchas de deshacerse de trastos en casa, debe ser por el cambio de tiempo. Esa gente que dice que lo guarda todo, me gustaría que me explicaran como lo hacen. ¿Envasan al vacio todo lo que pillan? La verdad es que no tengo ni ganas ni intención, más bien todo lo contrario, últimamente para mí está siendo un gustazo despojarme de todo lo viejo.

¿Os esta pasando?  


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