Premios

Máscara de Sirena

Os presento la Máscara de Sirena con la que Judit ha ganado el premio a la máscara más reciclada de su clase. No os podéis imaginar lo feliz que mi niña fue, ni ella misma había imaginado iba a serlo tanto.  Pero anda que yo…. 

Y es que verás, todos sabemos que lo importante es participar, pero nunca jamás en la vida he ganado un premio de nada y que ellas ganen, es como si lo ganara yo. Egocentrismos aparte, voy a explicarme. 

Cuando era pequeña, en mi colegio celebraban “Els Jocs Florals” con motivo del día de libro. Todos entregábamos una redacción libre que podía ser un cuento o una poesía. Una vez valorados, los profesores devolvían los trabajos a todos y se quedaban únicamente con los finalistas. Por Sant Jordi, se entregaba el premio al ganador y el cuento o la poesía vencedora, se publicaba en la revista del cole. Mis trabajos nunca me los devolvían porque siempre era finalista, pero nunca fui ganadora. Nunca. (emoji triste)   

De ahí mi frustración. Eso que es tan importante saber tolerar. El “casiiiii, pero no”. 

Por otra parte, escribir sí, mejor o peor pero me gusta, lo que tenga que ver con escritura y con redacciones bien. Pero las manualidades…eso es otra liga. 

Este año por Carnestoltes no se han llegado ni a disfrazar. Han hecho las clásicas consignas diarias y el concurso de máscaras, que debían ser caseras y recicladas, además. En tema manualidades siempre me pasa igual, no sé por dónde empezar, voy algo justa de creatividad natural. Y aquello que, hablando con una mami, me dijo: “mi hija va de unicornio, su última obsesión”. Volví pensando, qué era lo que le gustaba más a la mía, ¡las sirenas! Y eso hice. Encontré por internet la máscara (que evidentemente copié) pero la idea de la cola en forma de collar con los tapones como escamas, fue mía. Y me siento muy orgullosa de no ser del todo copiada. 

Y ya puestos, voy a hablar del último carnaval antes de la pandemia porque lo recordaré siempre y no solo por “la nostalgia del último antes de toda esta mierda” sino por lo muchísimo que disfrutó Judit en la rúa y lo feliz que fui yo viéndola disfrutar. 


No estaba apuntada en ninguna comparsa, ni teníamos pensado participar. Pero al ver pasar a mi sobrina la mayor, Judit enseguida pidió unirse a ellos. Además, tampoco desentonaba nada con su disfraz, era muy apropiado para la temática. Así, espontáneamente y sin más, se sumó a la fiesta y se hizo todo el recorrido de pasacalles bailando y sonriendo. Este fue otro premio porque es luz en esos momentos, me emociona terriblemente verlas con ese brillito en los ojos, y fui tan feliz viéndola en su plena salsa que guardaré para siempre estos formidables momentos. Puede parecer una tontería, no es nada del otro mundo participar en una comparsa o ganar un pequeño premio, pero para mí sí lo es. Son las permanentes endorfinas que se crean a través de geniales recuerdos.


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