Vuelta a casa



Nerviosa era poco, para como me encontraba esperando llegasen de las colonias. Ya sabía que todo iba bien porque Sandra me había informado, pero aun así, era ansiedad por verla.  

Estaba avisando al jefe que saldría antes para ir a recogerla cuando recibo email del colegio. La llegada se adelanta a las 16:30. Estaré eternamente agradecida que mis jefes me den esta libertad de entrar y salir cuando las necesidades de madre aprietan (que suelen ser un montón). Es sin duda la parte más buena de mi trabajo. Así que en poco más de media horita salía pitando a recoger a Carla.

Llegué al colegio y al cruzar la esquina veo que el bus ya había llegado y ¡¡están bajando los niños!! Corree,  no quiero que baje y no me vea, así que por apurar demasiado, me quedé sin aparcamiento y sin poder dar la vuelta porque el propio autobús estaba en medio y lo impedía, de modo que no quedó más remedio que meterme un momentillo ¡¡en el aparcamiento de minusválidos!!  Losiento losiento losiento….

EXPECTATIVA:

Desde el momento en que la despedí el lunes hasta estos instantes que cuento, mi mente esperaba el momento del reencuentro. En verla bajar del bus, la imaginaba cansadita y despeinada, en abrazarla contenta y estar feliz por la experiencia. Era el final deseado a una semana de angustia por la indecisión y dos días de ansiedades por su ausencia. Así eran mis expectativas, explosión de amor entre madre e hija, con flores de colores y alegría desbordada. 

Sí claro.

REALIDAD:

Justo llego a la puerta trasera del autobús después de saltar del coche y detrás de un niño, justo aparece Carla. ¡¡¡hola cariñooooooo!!! Y ahí baja mi niña preciosa, que más que niña adorable y feliz, era un gremblin cabreao que pasaba tres pueblos de su madre. La cojo en brazos, la achucho, le doy un besazo….y su cara era un poema, como si fuera la vecina del quinto. ¿¿¿Carla que te pasaaaaa??  Pues nada, pensé que se habría dormido en el viaje de vuelta y bajó con cruzamiento post siestil, cansada, o enfadada, de todo un poco. Pero nada, a los 3 minutos y medio ya corría despavorida a las espalderas del patio.  Vaya decepción, vaya cara de moniato que se me quedó, jaja, pero bueno, ya estaba aquí y eso es lo importante.  

Un día y medio sin verla y cuando la vi, fue un rayo de luz, lo prometo que así lo sentí. La primera impresión fue increíble. Qué bonita la vi y qué mayor porfavor….

Todavía hoy espero que nos cuente algo de las colonias, pero apenas ha dado alguna pincelada de ello. Carla es Carla. Pero hemos visto las fotos que hicieron las profesoras y la verdad es que se lo han pasado genial. Trucos de magia, risas, saltos y demás malabarismos….y en una de las fotos, observo cómo el plato de Carla es el primero en estar en la mesa, cómo han servido con cuidado su comida. Debo decir que ESTOY MUY FELIZ porque haya vivido esta experiencia como el resto de sus compañeros.

Han sido unas primeras colonias perfectas. Seré mono tema pero es que todavía hoy sigo disfrutándolo y me siento completamente feliz por ello, para mí era casi imposible pensar en dejarla ir y ni me lo creo todavía. 


 Gracias de nuevo. 


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