Tengo, tengo, tengo, y si no me lo invento




Ha sido una semana dura pero superada, así que voy a salir a celebrarlo.  


El verano pasado yo quería pintar. Es típico del verano, pero ya tocaba. Hacía tres, casi cuatro años que no pintábamos y el comedor lo pedía a gritos. Aunque suene guarrete (suena peor de lo que era) todavía podíamos recordar mirando pa’rriba la primera vez le dimos papilla de frutas a Carla, que en uno de sus manotazos, salió volando pegando en el techo. No es que siguiera ahí porque lo limpiamos, pero se notaba al fijarse uno, que en ese cachito algo había pasado. No estaba “blanco” como el resto. Eso no era lo peor, los "gargots" de la mayor jugando a profesora también tenían su propio espacio.  


Pero no siempre querer es poder, y con mi bombazo de 8 meses, solo llegamos a pintar las dos habitaciones, que por lo menos, era lo más importante de cara a la llegada del bebe.  


Así que la semana pasada, y ya que teníamos el piso desmontado, fue la ideal para dejar paso al pintor y que acabase la faena que en verano dejamos a medias. Y menos mal no pintemos, porque el pintor ha dejado un salón estupendo. Nosotros hubiéramos echado una mano de pintura y poco más, él ha dejado unas paredes perfectas.  


Tengo que reconocer que me gustan unas obras más que la tortilla de patatas de mi madre. Son duras, son estresantes, cansadas y provocan mil enfrentamientos en la pareja, pero merecen mucho la pena. Que chulo ha quedado todo! Así como llevo 36 años con el mismo peinado (bueno, hace dos meses y por primera vez en mi vida, me corté el flequillo recto) en temas de casa me gusta cambiar y me canso pronto de verlo todo igual. Ahora el pisito parece otro y huele a recién pintado.  


Y si con alegría comienzo, con más felicidad es que las acabo, que aunque estas obras nos han atropellado la rutina sin darnos tiempo a pensarlo demasiado, vaya semanita entre casa, niñas y trabajo. Eso sí, han sido un  visto y no visto. Antes de creérmelas, ya estaban los operarios del parquet subiendo el material a casa.  


Cuento esto porque la semana pasada, en pleno estrés obril, cambia muebles de sitio, vacía armarios, da teta, recoge niñas, vete a dormir a casa de tu madre, no te dejes nada de las tres mil cosas que necesitas para unas noches, etc etc…..ví que la Dolo Beltran se estrenaba como monologuista. Con lo que me gusta a mí un monologo y esta chica, no podía perdérmelo. Ni pregunté. Ni pregunté y además, saque cuatro entradas; dos para nosotros y otras dos para mi amiga con quien en su día, perseguimos a Pastora por Catalunya y tantos momentos guardamos de aquellos conciertos.  


Pues a falta de 24 horas para el evento, no sé con quién voy a ir. Carla trajo la gripe a casa el fin de semana pasado y Toni ha caído. Mi amiga está pasando por un momento muy delicado y en un impulso de esos míos donde ni respiro ni razono, pensé le iría bien desconectar y compré la entrada para sorprenderla y disfrutarlo  juntas, pero no fue buena idea, ahora lo veo. Estoy convencida al 100% que todo va a salirle bien, pero es verdad que le está tocando sufrir. No se si vendrá.  


Así que como el galán de las pelis digo: “tengo unas entradas para los Lakers que no tienen dueño, ¿te apetece venir conmigo?” estoy pensando a quien hacerle tal preposición porque de ir, voy. Me encanta Pastora, que en gran parte es ella, su estilo, sus letras, esos mensajes que me transportan, así que si ella es el espectáculo y me gusta esta mujer, seguro que no me defrauda.




Comentarios

Entradas populares