Eso de Quererse

Mi segundo objetivo. 

En julio cumpliré 40 años y en agosto del año pasado los cumplió mi amiga Esther. Para celebrarlo, le montamos un fin de semana sorpresa y nos fuimos cuatro amigas a la playa. Busquemos fotos de nuestra adolescencia y le llenamos el salón de aquel bungallow con ellas, de manera que al entrar, se encontró todo un saloncito de madera lleno de fotos que ni recordaba existían. Lo pasamos muy bien.

Fue bonito para todas porque descubrimos fotos que ni recordábamos. Qué pena tengamos tan pocas, que no habían cámaras de fotos en nuestros bolsos para inmortalizar momentos como las tenemos hoy. Otros tiempos, por eso que cada foto es un tesorito. Tuve que buscar entre negativos, a contra luz,  y mandar rebelar como toda la vida del mundo se había hecho.

Esa vuelta al pasado fotográfico me sacudió con un bofetón terapéutico que me dejó tristemente muda. Últimamente el recuerdo de “mi juventud” o de mi pasado me hace sentirme así. Bueno, más que triste en realidad me da muchísima rabia. En demasiadas fotos mi pose es un poema: con el flequillo en la cara, cara de pardilla, intentando taparme y esconderme detrás de él. Como si un flequillo pudiera hacerme invisible. Esa emoción chula de buscar fotos “antiguas” me mostró en imágenes a la persona tan acomplejada y tan insegura que era. Y me dolió un poquito.

Me dolió porque sin ir más lejos, por ello decidí no seguir estudiando, porque me daba vergüenza ir a la Universidad. Que fuerte verdad? Me dolió que pudiéndolo hacer y animándome mis padres a ello, a que harían todo lo posible por hacerse cargo económicamente si quería seguir estudiando, no me atreviese por mis miedos, por infravalorarme como lo hacía…es tremendo. En aquel momento lo disfracé con el clásico “yo no quiero estudiar más”. Pero la realidad es esta: no me atreví a hacerlo. Me eché “novio”, comencé a hacer prácticas en una empresa y ya quise quedarme trabajando. Qué manera de auto engañarse más convincente tienen los miedos. Mentiras a una misma que pueden durar años. Con aquellas fotos me dolió recordarlo y darme cuenta que en realidad fueron excusas baratas que me vinieron muy bien para renunciar a irme a Barcelona a seguir estudiando. Que lástima la verdad, no es que sea ni la más lista ni la más tonta (bueno, un poco más tonta sí fuí evidentemente) que vergüenza siento por ello.   

Y como esas unas cuantas, arrepentimiento infinito de cómo he gestionado muchísimos momentos de mi vida. Y lo terrible que es no poder retroceder…..edades donde se piensa una que lo sabe todo y NO SABES ABSOLUTAMENTE NADA.

Con el paso de los años, con la terapia que ya por si sola es la propia vida en sí misma, con sus lecciones diarias y los zascas silenciosos, como madre que revivo situaciones, con lecturas y reflexiones….he cambiado tanto….que solo espero sirva para ayudar a mis hijas a que no les pase lo mismo, a que no tengan miedo, a no sentirse jamás derrotadas ni vencidas por sus inseguridades.

Me hace gracia a aquello de: ¿cambiarías algo de tu vida? Se contesta: “no cambiaría nada” Pienso, “nena a sus pies, felicidades” porque yo sí cambiaría unas cuantas….aunque siendo realista, no me ha ido tampoco nada mal. Por lo tanto, creo que mis malas decisiones han significado dejar de vivir experiencias, pero en cualquier caso, son las que existen en mi imaginación ante una realidad alternativa que no existió y que por arrepentimiento que exista o atractiva parezca, nadie puede asegurar que hubiera sido mejor o peor.

Ahora, que este año cumpliré los 40 y que puede que sea tarde para algunas cosas, puedo afirmar que es CUANDO MEJOR ME SIENTO. Cuando más segura estoy, más me conozco, mejor vivo conmigo misma, incluso cuando más guapa me veo. Y eso es tan tan maravilloso…

Por eso que este propósito de año nuevo es seguir así, trabajándome el amor a mí misma, no retroceder ni un pasito, continuar en la línea de cuidar mis deseos, creer que puedo hacer cosas que son importantes para mí y sobretodo, alegría para HACERLAS.



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