Soy complicada

 



A decir verdad y siendo franca, voy a reconocer un gran complejo que tengo: soy una persona difícil. Sí, lo soy. Complicada en bastantes ocasiones. A más revuelta esté emocionalmente, más se complica la cosa. Pierdo objetividad y anulo la poca serenidad que me queda. 

Para no ser así, debes tener orden emocional exquisito y una madurez propia a la edad. No es mi caso en absoluto. Un millón de veces diré que de mí no vas a aprender nada. No soy Ana Milán. No tengo nada que enseñar porque soy la mujer más imperfecta que existe.  

Decía que son las emociones desfasadas las que desajustan ese equilibrio. Comprendo mi actitud por cómo las siento. Y mando a tomar viento un gran acuerdo que dice: “no te tomes nada personalmente”.  

Yo me lo tomo. Porque cuando algo chirria, chirria. Porque soy así de intensa, perdonenmé. 

Por eso es tan complicado todo. Saltarse el protocolo es mi cagada reincidente. Me falta más autocontrol. He llegado a entenderlo y a perdonarme cuando no queda más remedio. Es necesario tener compasión por una misma y ser tratada con amor. Como no lo haga yo...mal voy. Si no supe hacerlo mejor, ¿por qué tengo que maltratarme? Hacerlo no va a darme ninguna solución. Quererse incluye conocer tus defectos. Los conozco, y tanto que los conozco. 

Me perdono. Sin más. Lo hago yo, al margen lo hagan los demás. Dejo de fustigarme por mis errores y por las reacciones que no consigo controlar. Aun así, aprendo de ellos porque también los entiendo, y los arropo para manejarlos con más inteligencia en la próxima ocasión. Darles su lugar es la clave. Y dislumbro habrán más oportunidades de demostrar-me-lo. A veces esas equivocaciones te llevan a descubrir otras situaciones que no se habrian dado. 

Muchas veces la verdadera esencia de cómo somos, nos hace imperfectos. ¿Lo acepto? Ya no tengo edad para “quedar bien”. ¿O precisamente es al revés, y tengo la edad perfecta para saber hacerlo? Sea como sea, me desborda mi sensibilidad en algunos momentos, en otros es la falta de previsión en no ver lo que se avecina después. ¿Cómo se llama eso? ¿tonta? ¿Inmadurez? Puede ser, la niña pequeña que vive en mí, siente, y se enfadada si la mangonean.   

Así es la mi vida: va pasando alegremente entre acierto y error. De los que aprendes…hasta la siguiente “cagada” o decepción.  Este año veo que lo cierro en números rojos. Ya no solo por todo esto, también por todo el amor propio que llegó cuando la progesterona se marchó. 

Yo me entiendo.

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