Visita al Oceanogràfic

 


Judit es una gran amante del mar, le apasiona. Es una niña que estaría metida en agua todo el día. Literal. Este verano, en días de piscineo, no salía ni a comer por más le dijeras, pasando más de 6 horas en el agua, una barbaridad. Su sueño es ser Ariel, evidentemente. Una fantasía. Poder vivir dentro y fuera del mar es su mayor sueño. Pronto descubrirá que no hace falta ser una sirena para vivir esa experiencia y si no se le pasa, quien sabe si su vida no irá enfocada en algo relacionado con el mar.

Como quería ver tiburones y delfines, (también sirenas pero esto ya es más complicado) decidí aprovechar el verano para escaparnos a Valencia y llevarla a ver El Oceanogràfic, el mayor acuario y parque marino de Europa.  

Así que unos días de la primera semana de vacaciones la dediquemos a esta visita. Fue un día de agosto muy caluroso. Estábamos a primera hora allí y llevar las entradas compradas es fundamental para entrar directamente sin hacer más cola que esta. Una vez en el pabellón principal, nos hicimos con el triptric para ver los horarios y pases del delfinario y los otros de cine 3D. Lo ideal es aquí, comprar las entradas y ya las tienes, así evitas luego volver a hacer colas.

Hay diferentes pabellones separados por sus condiciones climáticas: Cálidos y tropicales, árticos y polar, aguas templadas, grandes océanos…super bonitos todos. El túnel es espectacular y atravesarlo para pasar de un pabellón a otro es muy chulo. Pingüinos, caballitos de mar, medusas, tiburones, cangrejos, peces de todos los colores...y las preciosas simpáticas belugas que desconocíamos hasta ese momento y de tan cerquita pudimos ver. Disfrutamos muchísimo.

La verdad es que es una visita muy recomendable. Poder observar tranquilamente todas las diferentes especies, algunos curiosos como graciosos y desconocidos, al tiempo lees toda información que detallan en sus paneles es enriquecedor y super bonito. La visita se hace muy entretenida y es muy relajante. La verdad es que esa musiquita de fondo, ver tanto fondo marino, sus colores, sus movimientos….la relajación es real.


Es cierto que nada comparable a ver todas estas especies en su hábitat natural, porque el espectáculo de delfines es bonito pero la sensación es agri dulce por esa razón: el cautiverio. No sería posible verlo todo si no fuera así.

Intentemos comer en el restaurante submarino, pero para cuando quisimos reservar ya estaba completo. Una pena. Fuimos a otro por allí que servían hamburguesas y pasta, donde comimos bien y nos atendieron estupendamente. Caro para la calidad, pero bueno, en estos sitios ya se sabe.

Estando en Valencia nos alojamos en el Rooms Ciencias y la verdad que excelente por su ubicación, por el trato recibido de su personal y magnifica la habitación, super limpia y acogedora.

Lo importante, lo que me llevo: la enorme felicidad de mi Judit, oírle decir cosas como “yo voy a salvar el mar” o “quiero ser cuidadora de delfines” me emociona y me enamora infinito.

Serás lo que te propongas tortuguita.




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