Que no nos gane la tristeza


Sentarse a querer escribir sin tener claro que quieres contar es un poco arriesgado. Pero es que no apetece, entre pitos y flautas, no apetece nada. 

Si ya es triste de por sí tener que acudir al recuerdo cuando buscas de nuevo aquella felicidad que sentías, se convierte en profunda desolación hacerlo sabiendo que puede que jamás lo vuelvas a vivir. Es para mí un trabajo enorme avanzar al ritmo que lo hacen los años y no rendirme en la nostalgia del pasado. Reír es vida.  

Siempre ha sido mi tendón de Aquiles, ahora en estos tiempos raros de pandemia imagínense. Esta penita ya forma parte de casi todos los momentos. Salir a la calle y ver a todo el mundo con la boca tapada me hace llorar. Me genera ansiedad. Me da muchísima pena. Esto no puede ser normal, haré todo lo que pidan evidentemente, pero no lo llamemos normalidad.   

Sentirse atrapada es para mí, una de las sensaciones más insoportables que conozco y con los días que hemos pasado y los que van a venir, van recordando que toca vivir así: arrestados. De movimiento, de vidas, optimismo y sobre todo, de sueños. 

No tengo claro que siento. Supongo que como el mundo entero: va a momentos. A veces mi mente paranoica ve en estos días una moderna tercera guerra mundial encubierta, otros días creo que hay mucho de espiritual en esto que está ocurriendo. Hay días que me levanto muerta de miedo y otros en los que decido que soy invencible y no me creo nada de lo que leo. Entonces me asusto de mí misma porque no quiero represarías, prefiero no saberlo. 

Dicen que vienen tiempos difíciles, preparémonos para ello. Si vives informada, solo transmiten miedo y miedo y más miedo. Me gustaría entender qué coño están haciendo. Ignorante si quiero ser positiva pero es que es muy difícil serlo. ¿Sacaremos algo bueno sacaremos de todo? Seguro que hay cosas buenas, voy a ir preparando una lista y cuando la tenga, vuelvo.

 

 

Comentarios

Entradas populares