Tren de Mercancías
Llega siempre después, cuando ha
pasado la tormenta y parece volver la delicada calma. Suele ser a los días, aunque
nunca sabes exactamente cuántos. Son más de 18 años desde su primera aparición
y todavía me sorprende improvisando. Nunca la espero porque aunque somos viejos
conocidos, no somos amigos. Para nada lo somos.
Si lo pienso, sí la espero,
pero nunca me coge preparada y siempre llega a traición, como esa visita incomoda e inapropiada. Cuando
me dispongo a dormir, en mitad de una comida tranquila, mee interrumpe de
madrugada, o mientras trabajo….como ahora. En estos momentos, respirar se
convierte en una ardua tarea. Algo deja de funcionar correctamente aquí dentro
que impide el adecuado funcionamiento vital.
Es mi ansiedad.
No hay que alarmarse, en realidad, es
normal su comparecencia después de todo. Llevamos una racha mala, en general.
Una racha que además sabes puede ir a peor. Puede que no sea así, nunca sabes
si ser positiva es, a veces, pecar de cándida e ignorante. Por optimismo que no
sea, pero da igual, siempre caben ambas opciones: puede ser el fin de la mala
racha o el principio de algo peor.
Pero he quedado desbordada y aquí está ella haciendo gala de su poderío, de las consecuencias que ya conoces. Y me gusta
pensar que está aquí para dejar salir emociones negativas guardadas que no
necesito, para evacuar nervios que han sido almacenados por situaciones de
estrés contenidas.
Es como un veloz tren de mercancías bastante
ruidoso que parece va a descarrilar en cualquier momento y que encuentras
inesperadamente en tu ruta, obligándote a parar en seco. Tren de interminables vagones
aparentemente iguales, unos llenos y otros que parecen vacíos pero seguro van
cargados de cosas importantes. Unidos y estrepitosos vagones polvorientos, uno
enganchado tras otro, que pasa ante tus ojos y parece no terminar.
Por más prisa tengas, has de esperar.
Y verlo pasar hasta el final.
Calma. Pasará. Y entonces podré continuar.
Comentarios
Publicar un comentario