Trágico final
Cuando te conviertes en madre, son muchísimos
cambios los que se suceden en tu vida. Muchos. Todo cambia de perspectiva,
cambia de color, tus prioridades, tus hábitos, tu tiempo, tu ocio, tu sueño,
tus costumbres, tus pensamientos….son innumerables y cada cual los vive de
distinta manera. No se pueden describir. No te los imaginas por más te cuenten,
leas u observes a otras madres desde la distancia tan lejana que hay entre la
que no lo es. Ese mundo que separa a ambas personas, no es porque sean mejores
o peores las unas que las otras, no. Ese abismo no es otro que el enorme amor
que sientes por esa personita pequeña que has creado y has dado vida. Por la
responsabilidad que tienes y la dedicación que entregas. Por más imagines que la
vas amar, que la quieres a más no poder….no te aproximas ni un poquito a lo que
en realidad luego es.
Tanto amor, en consecuencia, deriva al
gigantesco miedo que tienes a que algo malo les ocurra. Todos los miedos que
pudieras tener en tu vida, se esfuman y se convierten uno solo: ese. Ellas. Su
bienestar, su salud, sus vidas. Ese es el verdadero temor de cualquier padre.
Me tiembla el pulso de terror escribir sobre
esto, me siento demasiado susceptible, me provoca pánico y dolor tan solo
imaginarlo porque es una situación a la que todo padre teme, porque por más que
vigiles, siempre puede haber un segundo en que gires la cabeza y comience el
horror.
Hoy no puedo imaginarme el terrible infierno
que esos padres deben estar viviendo…y lo que les queda. El agujero negro que
se han convertido sus vidas, que hasta hace unas horas eran vidas normales.
Porque desde que escuché la noticia ayer por la
tarde no he podido quitármela de la cabeza y he preferido no seguir sabiendo
cuando he conocido los detalles. Porque siento su dolor con muchísima pena solo de intentar
ponerme en su lugar por un instante. Porque yo perdí una vez de vista a mi
pequeña unos segundos y por poco me da algo,
porque debe ser insufrible e insoportable respirar y porque he leído
muchos comentarios de madres alfa que en el fondo solo pueden ser malas
personas para dedicar esas palabras a unos padres que les ha tocado vivir la
peor desgracia que le puede ocurrir a alguien.
Descansa en paz pequeña Lucia.
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