Amores 2024 (de por vida)


He superado todos mis límites de abandono, pero eso a nadie le importa salvo a mí. Ha pasado ya la mitad de este 2025 pero ¿verdad que parece que fue ayer cuando lo empezábamos? Pues hagamos como si realmente así fuera. 

El pasado año solo tuve un amor. Como todas las princesas de los cuentos que sueñan con su amor perfecto, su príncipe azul, su salvador y su compañero ideal, así esperaba yo a este amor mío. Y llegó. 

Bueno, exactamente no llegó: fui yo a buscarlo. Porque después de esperarlo durante mucho tiempo, se dieron las condiciones necesarias para atreverme a pedirle salir y organizar una primera cita perfecta.  

Llevaba muchos años soñándolo y este ha sido mi único amor del año pasado: LONDRES. 

Aún recuerdo el momento en que en absoluto silencio, sin avisar a nadie, estando sola en esta misma silla y posición, reservé los vuelos para toda mi familia. ¿Lo habíamos hablado, decidido o ni tan siquiera planteado? NO. Todo era cosa mía. 

Adrenalina, alegría y risa algo maléfica. Dentro de mi cabeza había cuatro como yo dialogando entre ellas a cuál más emocionada y más espabilá. Estaba hecho, había comprado billetes de avión y eso no se podía anular. Porque una reserva de hotel con cancelación gratuita todos podemos hacer con tranquilidad, pero esto ya era perder más dinero en caso de anular…miedo me daba las reacciones en casa (Toni siente pánico a volar) pero yo solo oía una cancioncita dentro: NOS VAMOS A LONDRES. 

Cuando solté la noticia (obviando los detalles) se generó una tensión que, exceptuando la estancia en la capital británica, duró desde ese instante hasta el día en que llegamos de vuelta a casa. 

Muchísima gente sueña con visitar Nueva York (yo también) pero a mi gusta Londres: Willy Fog, Mery Poppins y Bridget Jones tienen la culpa. Cuando fuimos a Disneyland Paris y volé por encima de Londres en la atracción de Peten Pan, sentí tanta magia, que desde ese momento solo se intensificó el deseo de ir a ver el Big Ben. 



El primer viaje fue a finales de abril (ya ha pasado un año). Estuvimos cuatro días y tres noches. Encontré muy buenos precios y nos alojamos en el Sea Containers, un hotel comodísimo a orillas del Támesis. Llegamos al aeropuerto de Heatrow y cogimos metro directamente hasta Nothing Hill. Comimos por allí y de nuevo el metro hasta blackfriars. Tras hacer cheking y descansar un poco, salimos a ver la zona del London Eye y Elisabeth Tower Big Ben, con su Palacio de Westminster y sus cabinas rojas repartidas por todas partes. Solo diré que, aunque me pareció más pequeña de lo que me imaginaba, lloré un poquito de la emoción. Luego no puedes dejar de mirarla y te emocionas cuando lo oyes sonar. 

Caminamos hasta Trafalgar Square y después de visitar algunas tiendas por la zona, nos diluvió de vuelta al hotel. No hubo paraguas que lo aguantara. Llegamos empapados pero lo recuerdo divertidísimo. Es muy muy curioso lo bien que me ubico en esta ciudad para no haber estado nunca antes en ella. 

Estuvo lloviendo hasta la tarde siguiente, y a partir del domingo al mediodía, no llovió más. Para aprovechar la mañana del domingo lluvioso, estuvimos en el Museo de Historia Natural: un lugar apasionante y precioso que hay que visitar. Toda una institución de enorme valor histórico. ¡Qué bonito es! Me encantó. 

De allí fuimos a Harrods, paseando por esos barrios tan exclusivos y haciendo parada en alguna cafetería de lo más cuqui. Cogimos el metro hasta Tower Bridge para ver el impresionante puente de Londres y ya movernos por aquella zona. Subimos al mirador Horizon 22, paseamos por el mercado de Leandenhall y caminamos hasta la Catedral de San Pablo. 

Al día siguiente, no nos podíamos perder el barrio de Candem, que es otro mundo. Único y alternativo. Además, no había casi gente todavía y disfrutamos de la zona tranquilidad y buen tiempo. Fuimos también a visitar la zona de King Cross, volvimos al centro, visitamos Hyde Park y repetimos algunos recorridos para verlos de noche. 

¿Superó mis expectativas? ¡Muchísimo, demasiado! Tanto fue así que en navidades volvimos. Prometí a Judit llevarla a ver los estudios de Harry Potter y eso hice. A finales de noviembre, volvimos a Londres. Esta vez nos alojamos cerca de Borought Market con unas magníficas y espectaculares vistas a la City. Disfrutemos otra vez de lo mismo, es verdad, pero en Navidad, y añadiendo esta zona tan llena de vida y los estudios Harry Potter evidentemente.  Lejos de pensar que era demasiado repetitivo, a todos nos gustó más el segundo viaje que el primero, es curioso. Un mismo lugar puede cambiar mucho según su estación, y además, Londres no te la acabas.  Añadir que me queda pendiente vivir en verano este amor. Aquí lo dejo. Descubrir nuevos rincones y disfrutar de la ciudad con buena temperatura. 

Hay millones de sitios en internet donde encontrar información turística de calidad. Yo no vengo a eso. Solo vengo a decir que estuve allí y que si bien ya sabía me iba a gustar: sus calles y casas, sus cafeterías y pubs, el rollito y el ambiente que tiene, la perfecta comunicación que te permite transportarte de aquí para allá… tuve una extraña sensación de “estar en mi sitio”, algo loco. 

En realidad, ME HE ENAMORADO FUERTEMENTE DE LONDRES ¿Cómo para coger los trastos e instalarme allí?  Sí… ¿Sin un inglés fluido (ni medio fluir) y un tiempo muy gris? Rotundamente sí. 

Londres es infinita y no solo ella, ¿que me dices de Gran Bretaña? me parece en su conjunto una maravilla absoluta llena de historia, paisajes, y diversidad que no me cansaria de visitar. 

Seguiré soñando despierta. 




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