El loco del coronavirus
Toni ha sido el “loco del coronavirus”. Desde que se dio a conocer su existencia en
enero, ha seguido diariamente sus noticias y sus avances como todo un
corresponsal de guerra. Todo. Era principios de año cuando me envió un mensaje
de whatssap con un enlace:
-
Mira que virus – me enseñaba.
-
Pero eso está en China – contesté.
-
Llegará aquí – convencido desde el minuto uno.
-
¡¿Qué dices?! – respondí modo tajante como quien escucha sandeces.
Y al final llegó.
Iban pasando las semanas y con cada viaje a la
compra semanal, Toni me decía:
-
Ves comprando un poco más para guardar – insistía
-
Eres un exagerado Toni, que esto no va a pasar aquí - yo convencida.
Y al final, pasó.
De todas maneras, aunque de verdad no creía que
fuera a pasar, le hice caso. Además, mi madre siempre me ha dicho eso de “es bueno que siempre tengas una despensita
a punto” así que entre los buenos consejos de madre y los avisos
insistentes de mi marido, pensé que total, es una buena costumbre, había que
tener esa despensa.
Y al final, tuvo razón. Porque con la locura
desatada en los supermercados no me hubiera acercado ni a por leche. Y que
conste que entiendo el miedo puede hacer actúes incontroladamente en algún
momento determinado.
Ocurrió. Y de qué manera. Confinados
y encerrados en la zona cero catalana. Mientras aquella noche nos llegaban
videos por todos los grupos de whatssap, comparecían nuestros políticos para
avisar del cierre perimetral. Nadie podría salir ni entrar. Y a mí me temblaban
las piernas, como cuando me examiné de prácticas para el permiso de conducir y
no era capaz de frenar el tembleque.
¿Qué significa todo esto? ¿Por qué esta medida
tan drástica tan solo aquí? ¿Qué nos están ocultando? No me podía creer lo que estaba pasando, por
“avisada” que estuviera.
Pasados los primeros días, llegó la saturación
por coronavirus. La tele no se podía mirar, así que desconecté por completo.
“Si se acaba el mundo, que avisen en Clan”. Judit, en una ocasión que me pilló
viendo la tele, me dijo con las manitas alzadas: “¡No pongas eso del
coronavirus, que luego pienso cosas!” Que pienso cosas….tiene 5 años. Así que
fuera noticias e imágenes dañinas. Cifras de fallecidos desmesuradas, tragedias, una enorme pena por esas personas que se han ído solas y esos familiares con vacios incurables por estas despedidas tan crueles.
Mejor no saber, la verdad. He preferido no actualizar noticias, no mirar datos y esperar acabara.
Mejor no saber, la verdad. He preferido no actualizar noticias, no mirar datos y esperar acabara.
Mi madre y mi hermana sí han pasado en sus
respectivas casas (y continúan) con una “gripe” interminable que nadie sabe qué
es porque nadie les ha hecho pruebas. Nosotros, por suerte y de momento, no hemos
sido contagiados. Que sepamos. *
(*tenemos nuestras dudas también por algunos
síntomas sospechosos)
Explicarles a las niñas lo que estaba pasando, que
no podían ir al colegio ni tampoco salir a la calle, fue increíblemente fácil.
Lejos de suponer ningún trauma, han vivido felices y contentas desde el minuto
uno. Sobre todo la pequeña, que 24 horas al día no son suficientes para jugar.
Mi Judit está viviendo un sueño. Solo un día, asomada en el balcón con vistas
al parque la escuché decir: “Que ganas tengo de ir a los columpios…..” pero
luego se gira y continua a lo suyo.
A la semana de quedar confinados, sí tuve que salir
a comprar. Y volví, como muchos de nosotros, rota, sin palabras, triste,
incrédula. Pero sobretodo invadida por el miedo. Aunque las cosas estaban más
calmadas, me chocó terriblemente encontrarme con tantos estantes vacíos, con
las todas las dependientas con mascarillas y guantes, con las miradas de las
personas que supongo, eran el reflejo de la mía propia.
Hasta la fecha, solo hemos normalizado llevar
media cara tapada por gafas de sol. Y eso es bien diferente a tapar el otro
hemisferio de nuestro rostro. Los ojos muestran bastante más que nuestros
labios. Las mascarillas, no ocultan las miradas de una nueva situación que a
todos nos quedaba grande.
La gente prudente se apartaba en los pasillos,
todos lo hacíamos. Distancia, no olvidemos las distancias. Había quien todavía
no tenía mascarillas de ningún tipo y agachando la cabeza se tapaban con
bufandas como queriendo escapar sin ser visto. Personas mayores comprando despacio y como perdidos...Recuerdo intentar mantener la calma pero en
realidad desear acabar rápido y volver a casa lo antes posible, a lugar
seguro.
Esa sensación me derrumbó. Y al llegar a casa,
me encerré a llorar. Es mi forma de desahogarme. ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Por qué siento
este miedo? Como se puede vivir así? ¡Me niego a sentir esto!
A la siguiente compra las cosas ya fueron un
poco mejor. Ya sabes a lo que vas y entonces te sorprendes con cositas tontas
que te alegran el momento, porque donde no había ni una bolsa de patatas,
vuelven a tener surtido. O de que aunque sigue sin haber música de fondo, las
dependientas ya hablan entre ellas con más normalidad. También yo he preparado
un ritual más acertado de higiene (los rituales son importantísimos), llevo una mascarilla con gomas que se sujeta mejor y no tengo que estar
tocándomela constantemente….mejoras muy importantes que te hacen sentir más
segura.
Y en la tercera compra mejor, y en la siguiente
todavía mejor…hasta que al día de hoy ha desparecido ese miedo escénico de ir a
comprar. Bueno, más que desaparecer, lo has aprendido a respetar y controlar. Me repito que durará, que así debe ser, pero que volveremos a la tranquilidad.
Eso definiría el proceso que ha supuesto la
existencia de este virus hasta la fecha. De ignorar el peligro, a temblar de
miedo para entender su existencia y ahora, aprender cada día a convivir con él.
De puertas para adentro, las otras etapas han
sido otras. Cuando informaban del
confinamiento 15 días, que con toda probabilidad se alargarían a 15 más, mi
cabeza no podía asimilarlo. ¿En serio? ¿un mes sin salir? ¿Qué experimento es
ese? Pues a toro pasado diré que, como balance general, no ha sido tan malo.
De todo ha habido, cierto. Y al principio pensé
que me daría tiempo a hacer mil cosas: recetas nuevas y desastrosas, leer un
montón, ordenar armarios, limpiar persianas, ver pelis y series, dormir, etc
etc…ese montón de propósitos que nunca haces porque no tienes tiempo. Pues eso
es justo lo que ha pasado casi de igual forma, porque con niñas pequeñas en casa,
Toni teletrabrajando y yo a ratos
también, sigues sin disponer de todo ese tiempo que tus expectativas generan
inicialmente.
Los días fueron pasando más rápido de lo
esperado. Ahora me parece mentira incluso ya hayan pasado. Como buena bipolar
que soy, los tuve de todos los colores. Desde los días en los que no podía
parar de limpiar para sentirme productiva y sobretodo mantener el equilibrio y
la salud mental. Otros en los que ganaba la pereza y no tenía ganas de nada,
¿pa’ qué? a la que me diera la vuelta
iba a estar todo igual. Unos en los que
he disfrutado de mi familia y otros en los que todos me caían mal. Algunos días
salía la vena cocinitas (hicimos pan, no podía faltar en los básicos de la
cuarentena) y otros donde salí del paso con sopa de teta brick.
Eso sí, todos, absolutamente todos, he dado las
gracias por vivir esta pandemia como lo hemos hecho. En todo momento me he
sentido una afortunada. Por tener a mi familia sana y una casa donde pasarla.
Emocionalmente para todos ha sido un batacazo,
una ostia terapéutica en toda regla. Y aunque mucho me temo que esto también se
olvidará, espero que así lo sea para la gran parte. Sobre todo que aprendamos a valorar lo que es
realmente importante, y hacerlo de verdad.
El coco no para, las emociones van y vienen, fluyen según les parece. Te das cuenta del montón de cosas
innecesarias que estresan tu día a día, de lo sencillo que puede ser todo en
realidad. De la poca importancia que tienen algunas, pero al mismo tiempo el sinsentido
de vivir así, mecánicamente, sin ilusión. ¿Hasta cuándo se
puede sobrevivir de este modo? Y aunque no tengamos derecho a quejarnos, que
esto ni son calamidades ni nada…..¿qué sentido tiene la vida sin libertad? Enfadada conmigo misma por decisiones que no
tomé, por momentos que no aproveché pensando “mejor mañana” y ahora los ves
alejarse en el tiempo hasta Dios sabe cuándo….locura.
Seria espectacular que fuéramos capaces de
darle un sentido más espiritual del que hasta ahora hemos dado a la condición
humana y al tratamiento que le damos a todo lo que nos rodea. Empezando por ser
capaces de cuidar y respetar a los demás,
así como de nuestro precioso planeta, que ya ha dado muestras de lo rápido que
se regenera sin nosotros.
Si la clase política se aplicara el cuento
sería el mayor triunfo de la historia, pero creo que la crisis financiera que
ya tenemos encima va a ser gorda y vienen tiempos complicados para pedirles a
unos sistemas capitalistas y podridos, además de transparencia, VALORES DE CONSTRUCCIÓN Y HUMANIDAD.
Un reconocimiento desde aquí a todo lo
rutinario de nuestras vidas que, sin saberlo,
simbolizaba nuestra felicidad. “Amaras lo cotidiano porque no existirá siempre” Cuando escuché esa frase por primera vez, anotada en mi lista de frases, pensé en los momentos actuales en algunas ocasiones de agobio familiar que
echaría en falta cuando fuera viejecita y mis hijas fueran mayores. Jamás pensé en esto.
El agradecimiento y la admiración por los equipos
sanitarios no tiene fin. De ahora y siempre, pero ahora más. Ojala todo lo vivido valga para
cambiar el orden y la prioridad de las cosas en ese país. Cuidar lo
verdaderamente importante y aquello que simboliza la vida.
Y ahí esta nuestro trabajo, exigir que así sea. En vencer el miedo,
recuperar la confianza y en aprender a vivir con esta “nueva realidad” que
todavía hoy cuesta creer. A repetir como un mantra sagrado, que todo va a ir
bien pero no porque pintemos arcos iris en las ventanas, sino porque somos capaces de despertar y hacer que ocurra lo necesario para que así sea.
Quien nos lo iba decir esto.....Toni es mucho más sensible al tema de virus y contagios, y yo también guardo mucho respeto, pero desde aquel dia que me encerré a llorar en el baño, me negué a vivir con miedo.
Quien nos lo iba decir esto.....Toni es mucho más sensible al tema de virus y contagios, y yo también guardo mucho respeto, pero desde aquel dia que me encerré a llorar en el baño, me negué a vivir con miedo.
Comentarios
Publicar un comentario