24 días de vacaciones



caminito de Judit con piedras gaditanas 
Dicen que son necesarios 21 días para adquirir un hábito. Con razón entonces. Llevo 24 días sin ponerme tejanos ni pantalones largos ni utilizar secador de pelo, una maravilla. Sin madrugar ni mantener horarios, sin saber qué hora es. Realmente, es fantástica la sensación de libertad en estas condiciones y cuesta deshacerse de esas placenteras sensaciones de un día para otro.

Pero aunque para ese hábito no se necesiten tantos días, ya se han acabado las vacaciones. Vuelta a la rutina, fin a las vacaciones de verano por este año.

Hay viajes que están gafados desde el primer momento aunque una no lo quiera ver. Y mira que un buen día (más bien una buena noche sobre las 2 de la madrugada) me desvelé y tuve la corazonada en ese momento, que no era buena idea ir a Cádiz, que me había equivocado. A la mañana siguiente, así se lo dije a Toni y no pareció tener sentido: perder el dinero de la reserva, cambiar de planes…..¿ahora?.....ya……bueno pues nada…seguimos con los planes que teníamos. Ahora sé que aquello fue un presagio muy real, con todas las letras. Cuando nada sale bien, porque recapitulando, hasta en los pequeños detalles te das cuenta que desde el minuto uno, todo fue al revés.

Señalaré lo más gordo: niñas que se caen por escaleras de peldaños gigantescos y nos dan un susto de muerte y fiebres inoportunas que aparecen y desaparecen… ya se sabe, los niños no paran quietos y tampoco necesitan que pase nada para que les dé un subidote de fiebre así porque sí.  Rutas equivocadas que convierten los viajes en pesadillas, ¿a quién no la ha metido el GPS por una comarcal de doble sentido más de 100 km? pues a nosotros sí. Y siendo realista, no supimos tener una actitud positiva: discusiones y nervios que no somos capaces de controlar cuando te coge todo esto fuera de casa, te sientes insegura y no parece mejorar. Agobio infinito de no disfrutar de lo que se supone debes disfrutar. Y para rematar, estancias malolientes que dan ganas de vomitar….mal mal.  Fue tan mal que cuando volvimos a casa estuve 16 horas durmiendo. Necesite mi tiempo para recomponerme de tan horrible experiencia. 

Por suerte, a toro pasado todo se ve diferente; ya soy capaz de recordar las cosas buenas que vivimos y que en ese momento no ves, para aprender de las cosas malas, que además, son cosas que a mi edad ya debería saber:  


El turismo en familia de una gran ciudad. Ver atardecer entre los tejados de tantos edificios mientras cenábamos en la azotea del hotel, el trenecito turístico, la catedral y sus calles empedradas, el poquito tapeo que pudimos tomar con la alergia de Carla….la parada a medio camino esta vez fue más aprovechada, pese al infierno de calor que tuvimos que pasar, valió la pena hacer.

A todos nos encanta volver al pueblo, y aunque fue demasiado diferente y accidentado esta vez, casa la abuela tiene ese lugar en nuestro corazoncito. “vamos de pazeo” ha sido el tema del verano y la frase favorita de Judit, enganchar “mi bozzo” y salir a la calle peripuesta. Como nos hemos reído con ella. Las playas de Cádiz, su tierra fina y dorada que parece pan rallado, las niñas se divirtieron muchísimos saltando olas, la puesta de sol maravillosa

Jamás volveré a hacer una reserva a lo loco, por impulsos y sobretodo que sea “no-reembolsable". Es que esto solo se me escapa a mí... Jamás volveré a reservar sin antes leer bien todas las condiciones, opiniones, viendo el google maps, el google earth, el tripadvisor ese, todas las reseñas y toda información disponible. Jamás ignorar aquello negativo que te llama la atención pensado: “no será para tanto….” porque seguro que sí lo es..

El error ha sido mío. Pensar que cómo el año pasado salió bien, este año también podría ser igual. Y no existen dos viajes iguales. No era igual en ningún sentido y desde el primer momento lo sabíamos. No vuelvo a viajar tan lejos hasta que mis niñas sean más grandes.

Y volviendo a las “señales”. Seguir siempre mis corazonadas, ya parezca la mayor locura. Si a última hora siento debo ir en dirección opuesta, ir sin dudar. (me doy cuenta puede ser delicado ligar el primer punto y este….pero bueno, yo me entiendo, o creo que lo hago).

Pasada la primera semana y pico, nos quedaba el resto de vacaciones por hacer y teníamos reservada parcela en uno de nuestros campings favoritos, en Cambrils.  Vencimos el miedo que todos pasemos el 17 y 18 de agosto, y el 19, salíamos para disfrutar muchísimo de esa semanita. El camping es siempre un acierto aunque el ritmo frenetico que las niñas llevan no te deje respirar sobretodo los primeros días: vivir a pie  de mar contemplándolo a todas horas, bañarte en la playa, el sol, piscina, helado, minidisco, tinto de verano, espectáculos chulis, niñas felices y padres más relajados.

Acabemos mejor de los que empezamos, no siempre salen las cosas como uno espera aunque avisada estaba, porque como dice una de mis frases favoritas de Txarango, que seguramente ya habré mencionado: “Dale tiempo a tu instinto”. Y así es, solo que claro, para descubrir su veracidad, debía ignorarlo. Así aprende una.   


Y hoy empieza septiembre!!!! Wau!!! 

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